IGNACIO CAMACHO-ABC

  • Las elecciones europeas no son plebiscitarias porque el futuro de la legislatura depende de las negociaciones catalanas

Los españoles nos hemos acostumbrado durante el sanchismo a tomar cada convocatoria electoral en clave plebiscitaria, aunque se trate de escoger al alcalde de nuestro pueblo, pero el presidente no acepta ningún plebiscito que no sea el que pueda desalojarlo mediante una mayoría alternativa en el Congreso. Y como el domingo sólo se eligen diputados europeos, la previsible nueva derrota que cosechará su partido va a carecer de efecto real sobre la continuidad del Gobierno porque está dispuesto a seguir aunque el descalabro sea serio. Su interés prioritario está en otro asunto, en el proceso de investidura catalana, que es lo que de verdad puede tener importancia a la hora de sostener con más o menos precariedad la cohesión de sus alianzas. Es en la votación del lunes en el Parlamento de Cataluña donde tiene ahora puesta la mirada porque la composición de la Mesa dará pistas importantes sobre las intenciones de Esquerra Republicana, el único socio viable de Illa y también el que puede dar oxígeno a Puigdemont o empezar a empujarlo a la irrelevancia.

Sánchez gestionará el resultado del 9-J a partir de las expectativas de las encuestas. Venderá como un éxito cualquier reducción de la distancia que hoy por hoy le lleva la derecha, y si recibe un varapalo importante –pongamos que de cinco puntos o más– lo utilizará para poner a sus socios en alerta metiéndoles miedo sobre lo que se juegan en caso de desestabilizar su Presidencia. Cuidado con lo que hacéis, vendrá a sugerirles, que el enemigo común está a las puertas y si me dejáis caer allá vosotros con las consecuencias. Su idea es estirar la legislatura todo lo que pueda; ganar tiempo hasta comprobar, allá en otoño, si hay agua en la piscina de los próximos Presupuestos y, de haberla, negociar luego a cara de perro ley a ley, medida a medida, decreto a decreto. Sin presentar ningún proyecto que no cuente con suficiente respaldo aritmético previo. Prohibido correr riesgos.

El factor de inestabilidad del plan reside en una eventual repetición de los comicios catalanes y la consiguiente tentación de hacerlos coincidir con un adelanto de los generales. Esta hipótesis, que el PP maneja con demasiado optimismo, sólo tiene algún grado de verosimilitud en el supuesto de que el escrutinio europeo le sea, si no favorable, lo bastante apretado para aventurarse a calibrar la oportunidad de una fuga hacia adelante. Con cualquier otro desenlace no habrá plebiscito que valga: sólo desafío, resistencia, enroque, aguante. Y si Puigdemont quiere tirar la llave y saltar al vacío, que salte; no será fácil porque él también tiene mucho que perder y la amnistía aún debe pasar varios filtros judiciales. En esta partida de tahúres nadie se fía de nadie pero un yonki del poder no lo entrega mientras le quede aire porque sabe que, por mucho que desgaste, el que no lo tiene sufre bastantes más penalidades.