NICOLÁS REDONDO TERREROS-ABC

  • ¿Es posible empeñarse en considerar al juez un agente del fascismo? Más parece que es un nuevo empuje en la dirección de desprenderse de los molestos corsés judiciales

Cuando el hijo de Biden se presenta ante la justicia, su padre se felicita por su valentía al conseguir superar las múltiples adicciones que había sufrido en el pasado. No hace mención a los jueces, ni a los perjuicios que le puede ocasionar su comparecía ante el juez metido ya en la campaña electoral a la presidencia. Trump arremete contra los jueces y los medios de comunicación al conocer una sentencia que le culpa de diversos delitos.

No hay ninguna situación que nos defina mejor que la manera en la que nos enfrentamos a un grave conflicto. Trump y Biden lo han experimentado estos días y nos muestran dos maneras de enfrentarse a las leyes y a la justicia: la del hombre honrado y la del desahogado, al que todo le da igual. Es la manera de enfrentarse a un conflicto con la justicia de un demócrata y la de un autócrata; la de un ciudadano y la de un personaje que se cree por encima de la ley.

Esto es más determinante y definitorio si estos problemas son con la justicia y más aún si afectan a un cargo público, no digamos si el protagonista es la persona que más poder acapara.

Sinceramente espero que lo que se refiere a la señora Gómez acabe en nada. Pero la pregunta fundamental es previa a todas las interrogantes judiciales que se nos puedan plantear. ¿Begoña Gómez podría haber hecho todo lo que ha hecho si fuera una persona corriente? ¿Si no fuera la mujer del presidente? En esas preguntas residen los fundamentos de una política sana en una sociedad democrática, también todo el contenido moral que pueden tener los afectados.

¿Es posible empeñarse en considerar al juez un agente del fascismo? Más parece que es un nuevo empuje en la dirección de desprenderse de los molestos corsés judiciales y la costumbre que obligan a un comportamiento de los políticos a la altura de una democracia consolidada. Más verosímil es esta interpretación si el conflicto con el juez Peinado viene después de ofender a las más altas magistraturas con unas decisiones legislativas dudosas que favorecen a delincuentes juzgados y políticos fugados para que no se les pudiera someter a un juicio con las garantías debidas.

El estado de derecho está desmoronándose ante nuestros ojos. La crisis que vivimos empieza a ser de carácter general y no nos podemos quedar callados. Yo soy de izquierdas y creo que la única forma de garantizar la igualdad y la libertad pasan por el respeto a las leyes y a quienes las aplican.

El primero que debe respetarlas es el más poderoso. Y si este se enroca y se resiste estaremos ante el peor ejemplo que se puede dar a los ciudadanos, porque nadie está por encima de la ley y menos quienes más poder tienen.

Espero que las prácticas de la mujer del presidente no sean delictivas, en cualquier caso lo más grave en esa circunstancia ya ha ocurrido: provocar a la gente contra el juez, poner a la ‘gente’ contra la justicia. Sólo queda que se diga en España como Trump en EE.UU. que las urnas le absolverán