CHAPU APAOLAZA-ABC

  • Lo que no entiende la derecha es que voten a Sánchez porque se está volviendo totalitario cuando los totalitarios le encantan a la gente

El votante de la derecha anda pidiendo las sales porque la gente vota a Sánchez y ya va siendo hora de que se haga una idea. Hace un año que debió entenderlo. Desde el 23 de julio, el diestro –dicho en contraposición al zurdo– anda apesadumbrado, lamentándose del gatillazo, chochón porque, haciendo lo que hace, manoseando lo que manosea, hay una gente en mi Españita que sigue dando su apoyo al Pedronismo del ‘Free Bego’. Porque el PP puede sacarle cuatro puntos y 700.000 votos al PSOE en las europeas, el bloque de investidura no reedita la victoria del 23 J, el PP crece sin comerse a Vox, Sánchez se merienda a Sumar, la derecha tiene casi dos millones más que la izquierda, pero conservan la misma sensación de que ha perdido las elecciones, un regusto a plomo y una capa de ceniza que los cubre desde hace un año.

Hay gente perpleja desde entonces, gente que no quiere saber nada de política, que no come, que no llama a los amigos, que dice haber desconectado de un país que no entienden y mentalmente nunca hubo tantos abuelos empujando el columpio del nieto, mirando el horizonte, leyendo a Joyce, haciendo lo que sea, digo, que no sea enfrentarse a la idea de que los sanchistas votan a Sánchez haciendo lo que hace. No se lo creen, no les cabe, les explota la cabeza y van taciturnos, musitando por los rincones de mi Españita, meneando la cabeza en los atascos mientras clavan la mirada sobre el volante cuando se plantean cómo Sánchez sigue recibiendo el apoyo de un solo español siendo su política la que es. No alcanzan a entender, y eso les da bajón y dejan de votar y de seguir las noticias, se quitan Twitter, al que llaman X, se dan de baja de la realidad y de un mundo, o votan a cualquier paisano que pasa por ahí, como el Alvise de marras.

Lo que no entiende la derecha es que voten a Sánchez porque se está volviendo totalitario cuando los totalitarios le encantan a la gente. Sánchez aprobó la amnistía que juró que no aprobaría, pactó con quien no quería, ocupó las instituciones poniendo su descomunal paquete político encima de la mesa, se cargó la independencia judicial, usó la Fiscalía como si fuera su lavaperros, persiguió a los jueces que tomaban decisiones molestas, satanizó a la oposición, santificó a los asesinos que lo mantenían en el Gobierno, descalabró la política internacional hasta que lo felicitaron los de Hamás, los de Hizbolá y los hutíes, puso en peligro las relaciones con Argentina, se piró de la presidencia, escribió cartas a la ciudadanía como si fuera un demente y exhibió en los mítines a su mujer, imputada por corrupción y, así, hay gente que lo vota, aunque sean menos. La historia nos enseña que coquetear con el autoritarismo da votos, no los resta. Es más que hora de comprenderlo.