REBECA ARGUDO-ABC
- Los tres escaños de Se Acabó La Fiesta en la Eurocámara no son el problema: son solo el síntoma, la tos en un cáncer de pulmón
Los tres escaños de Se Acabó La Fiesta en la Eurocámara no son el problema: son solo el síntoma. Serían solo la tos en un cáncer de pulmón. Sus 800.000 votantes no son 800.000 neonazis con bombers, botas con punta de acero, pelo rapado y puño americano escondido en el bolsillo. El antisistema hoy no va disfrazado de antisistema. Son nuestros vecinos y los hijos de nuestros vecinos. Es el taxista que me llevó a casa el otro día o el chaval que me sujetó la puerta cuando llegué cargada de paquetes. Son, en su mayoría, jóvenes descontentos que no ven salida ni oportunidades y que han perdido la confianza en la clase política y los medios tradicionales. Son los que contestan en las encuestas que prefieren renunciar a unas elecciones libres si a cambio alguien (un Alvise o el espabilado que sea) les promete mejor vida. Que hay futuro, que están en el lado bueno y que son importantes. Que esta es su lucha y van a lograrlo juntos. Y nos convendría comprender qué pasa en esas cabecitas y encontrar la forma de hacerles entender la importancia que tiene defender los derechos y las libertades para todos.
Pero, mientras continuemos con la cantinela de que si la ultraderecha y el fascismo, que si viene el lobo y la abuela fuma, deslegitimando a cualquiera que discrepe e hiperbolizando la amenaza de la más mínima disidencia, estaremos permitiendo que el cocodrilo, el que de verdad acecha, engorde. Que la tos se cronifique. Y para entonces ya no servirá de nada la miel con romero y limón.