JUAN VAN-HALEN-EL DEBATE
  • Quien no vea que la Corona es el objetivo, ya nada oculto, de estos salvadores a la venezolana, que visite una óptica. Es el bastión de resistencia en el camino de Venezuela

Se cumplen diez años de la llegada al trono de Felipe VI. Abdicar fue una decisión de Juan Carlos I que salió bien porque en aquel momento coincidieron al frente de los dos grandes partidos dos políticos con sentido de Estado y sin lacras, complejos o patologías neuronales. Ahora un acuerdo institucional semejante sería difícil. Lo ocurrido después no lo decidió el Rey padre. Parece que no asistirá a la celebración de este décimo aniversario de su hijo. Es un caso de desmemoria e ingratitud que, en medio de tanta falsificación de la Historia con mayúscula, no extraña demasiado.

El domingo la extrema izquierda convocó en la Puerta del Sol una manifestación –dentro de ella los socios del gobierno–. Los titulares de los medios que le resultan dignos y respetables a Sánchez fueron apoteósicos: «Masiva manifestación por la República en Madrid clama contra la monarquía en el décimo aniversario de Felipe VI». «Gran marcha republicana recorrerá Madrid este domingo». «Se prevé la participación de personas procedentes de la práctica totalidad de territorios del Estado. Izquierda Unida y Podemos también se han sumado a las más de 130 organizaciones que han apoyado la convocatoria». «16-J: Cuenta atrás hacia la gran manifestación republicana. La lista de apoyos sigue creciendo y son ya 134 las entidades adheridas».

Tras la manifestación el optimismo de los medios que no padecerán el acoso de Sánchez se había moderado. La Delegación del Gobierno calculó 4.000 personas, no las 30.000 que aseguraron los organizadores. Basta ver las fotografías tomadas desde planos altos. Y compárense esas imágenes con las de la manifestación del 12 de noviembre de 2023 en el mismo escenario de la Puerta del Sol convocada por el PP contra la amnistía y el Gobierno de Sánchez. Se barajaron cifras de 400.000 y 800.000 mientras la Delegación del Gobierno apostaba por 80.000. Las imágenes cantan.

Según Ione Belarra la marcha supuso «un clamor social». Reconozcamos que no pasó de clamorcito. También aseguró: «No vamos a tener una democracia plena hasta que no seamos una república». Le faltan lecturas. ¿No son democracias plenas las monarquías europeas? Irene Montero pidió una «república plurinacional». Pero Montero desconoce lo que supuso de enfrentamiento el cantonalismo en la Primera República. Buques de Cartagena atacaron Málaga y robaron el Banco de España, y hubo guerritas entre cantones. En la nada clamorosa manifestación se corearon los gritos de siempre: «España mañana será republicana», «no hay dos sin tres, república otra vez», «los Borbones son unos ladrones», «los Borbones a los tiburones» y alguno más actual: «hay que cambiar el poder judicial». Está claro que sólo contemplan una República de izquierdas. Ese fue un grave error de la República del 31.

Algunas opiniones escuchadas sobre los sistemas monárquico y republicano son de vergüenza ajena. Así: «no se puede gobernar sin pasar por elecciones» sostuvo una diputada podemita, ignorando que la Constitución, que no ha leído con detenimiento, no encarga el Gobierno de España al Rey, sino que es «símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones…» (Artículo 56.1). El Rey no tiene funciones ejecutivas; España es una monarquía parlamentaria. Por eso me resultan arriesgadas posiciones como las de Vox presionando al Rey sobre la amnistía y la del eurodiputado Alvise apuntándose a ser «el primer antimonárquico»; lo de Alvise es una picia de principiante, y Vox, desde una envergadura mucho mayor, sabe que el Rey no tiene capacidades para negarse a firmar las leyes; la Constitución le marca incluso el plazo de 15 días para hacerlo. (Artículo 91).

Vivimos un clima político radical y desde luego enfangado; sólo hay que observar la realidad y ver cómo cambia de opinión el Gobierno según decide Puigdemont y sus palmeros. Y en medio la situación disparatada de un Poder Ejecutivo que no puede ejecutar nada, que vive con respiración asistida y a trancas y a barrancas. Hay ministros y políticos radicales que se muestran encantados ante un final de la Corona «a la francesa», o sea en la guillotina; eso ya lo proclamó en su día Yolanda Díaz cuando tenía menos dobleces. Mientras, esos mismos promueven eliminar el delito de injurias a la Corona. Quien no vea que la Corona es el objetivo, ya nada oculto, de estos salvadores a la venezolana, que visite una óptica. Es el bastión de resistencia en el camino de Venezuela.

Padecemos unos socios de Sánchez que no reconocen la autoridad del Jefe del Estado, que se ven fortalecidos por la debilidad del residente en Moncloa, con un separatismo venido arriba porque le da alas Sánchez, vendida la igualdad y seguridad de España por unos votos. Hasta el punto de que su Ley de Amnistía, redactada por los mismos a los que favorecería, deslegitima el importante mensaje del Rey a los españoles del 3 octubre de 2017. A los socios de Sánchez les molesta la Monarquía, símbolo de la unidad nacional. Y el propio presidente ha cometido no pocos desplantes, protocolarios los más conocidos, en actos acompañando al Rey. Felipe VI es el acompañado y Sánchez el acompañante. No al revés.

Sólo faltaba, y no lo quiero pensar, que una parte de la derecha, en una huida hacia un populismo en busca de voto fácil y a menudo poco informado o malvado, apoye sin creérselo un experimento republicano con tantas páginas históricas que demuestran su trágico camino y su destino. Además, toda división en la derecha es un regalo para Sánchez.

Uno de los gritos del pasado domingo fue «Monarquía no, democracia sí». Quienes lo gritaban no tenían ni pizca de rigor. Ni de conocimientos. Se lee poco, pero se opina de todo. Otro grito era: «Diez años bastan». Se me ocurre una respuesta desde la Historia: «Cinco años bastaron». La experiencia trágica de la Segunda República desde 1931 a 1936. Como para repetir. Y destino Venezuela.

  • Juan Van-Halen es escritor y académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando