Editorial-El Correo
Activada la cuenta atrás para la repetición electoral en Cataluña, los partidos siguen lejos de desenredar la madeja de la investidura. El PSC lanzó ayer un guiño a los independentistas al apoyar el voto telemático de los tres parlamentarios huidos de la Justicia -Carles Puigdemont y Lluís Puig, de Junts, y Ruben Wagensberg, de ERC- ante eventuales problemas en la aplicación de la amnistía. Se da la circunstancia de que el Tribunal Constitucional acaba de darle la razón a una antigua solicitud en sentido opuesto, que ahora se vuelve en contra de su objetivo de hacer presidente de la Generalitat a Salvador Illa. Un reto que requiere seducir a una Esquerra rota y descabezada sin soliviantar a Junts -de la que también depende la estabilidad de Pedro Sánchez- ni asumir exigencias maximalistas fuera de la ley. Toda una cuadratura del círculo difícilmente resoluble antes del 25 de agosto. Aunque no es probable que por sí solo el giro de 180 grados del PSC acelere los acontecimientos, demuestra voluntad de impedir unas autonómicas que pueden arrojar un reparto de fuerzas similar y entorpecer tanto la aprobación de los Presupuestos del Estado como la legislatura nacional.