¿En la cesión de impuestos también estaría que la Generalitat se hiciese cargo del enorme déficit de las pensiones catalanas?
Desde luego, si esto de la política -especialmente en Cataluña- no fuese algo tan serio, lo del enésimo ciclo negociación/cesión/claudicación de Pedro Sánchez con el separatismo catalán, podría ser una especie de ópera bufa. El problema es que la “resistencia” de Sánchez, su obsesión y capacidad de autoengaño sin fin, hunden sus raíces en un tacticismo que asusta. De hecho, la política nacional, desde el inicio del periodo populista de la mano de Zapatero, se construye desde el juego al corto, del día a día, sin proyección más allá de la retención del poder y la creación de la enésima campaña para desinformar a la población y polarizar a la sociedad.
El medio o largo plazo ya se verá cómo se desarrolla, ya lo arreglaremos, busquemos el aquí y el ahora, el mañana solo será fruto de los intereses inmediatos. Esta postura, esta no-estrategia, puede dañar y daña el devenir de los países. La historia así lo demuestra. Cuando el interés privado se antepone al interés general, el desastre está garantizado. Lo explicarás como quieras, lo vestirás como te dé la gana, lo justificarás como puedas, pero estás luchando únicamente por tu interés, nada más. Reflexionando acerca de esta estructura de pensamiento, me vino a la cabeza el declive del Imperio Bizantino y cómo, en el momento de unir fuerzas contra los otomanos, el enfrentamiento entre el aspirante a emperador Juan VI Cantacuceno y el emperador Juan V Paleólogo acabaron con cualquier posibilidad y viabilidad de ese territorio y organización política.
Pues bien, ahora que queremos que Salvador Illa sea presidente de la Generalitat, Sánchez “el resistente”, monta la operación “Salvar al soldado Illa”. Tratad de convencer a los de ERC que sigan bajo el ala del inquilino de la Moncloa a pesar del enorme daño reputacional que les ha supuesto a los republicanos los escarceos con el socialismo populista. ¿Cómo convencerles? ¿cómo hacer que ERC apoye al que fue la bestia negra del separatismo en 2017 y 2018? Pues qué mejor que cederles todos los impuestos de Cataluña a la Generalitat, y ya que estamos puestos, que también los recauden. Vamos, que lo que pretenden hacer es un capítulo más de esta especie de desandamiaje constitucional por la puerta de atrás, esta vez, inventándose una especie de inconstitucional “cupo catalán”.
La amenaza, como ya he comentado más de una vez, no es la insolidaridad o la injusticia, que también; no es, si quiera, la inconstitucionalidad, que también; no es la visión de que Cataluña es una especie de país, que también. El problema es de orden estratégico, es crear una especie de aporía, un problema de Estado que en el futuro puede ser irresoluble. Están dando la llave de la independencia a aquellos que ya vulneraron el orden constitucional y que, con la mayor de las desfachateces, gritan a los cuatro vientos que lo volverán a hacer. Cierto es que, gracias a la acción del Estado -muy proporcional, más que proporcional- en 2017, esta posibilidad se ha alejado unos años en el futuro. Ahora bien, con la actual política del Gobierno, sin ninguna contraposición que combata social, cultural y mediáticamente el nacionalismo catalán, hace que indefectiblemente, cuando la coyuntura lo permita, el virus del separatismo vuelva a resurgir. Pero esta vez, no tendrán que construir “estructuras de Estado”, básicamente, porque Sánchez (quizás ya fuera de la Moncloa), tácticamente ya se las habrá dado.
Ya sé la justificación, que si pacificación, que si convivencia y no sé cuántas gaitas soplarán más. Pero ese cuento para quien quiera escuchar
Pero esto de la opereta sanchista tiene otros episodios que son una contradicción en términos dignos de estudio. Resulta que Sánchez, en su infinita sabiduría, está seduciendo a los republicanos de ERC con la recaudación de todos los impuestos para que sea Salvador Illa quién los gestione…desde luego, más listo no se puede ser, ahora habrá que ver hasta qué punto llega la tontura de los tentados. Por otro lado, como decía más arriba, resulta paradójico cómo, Salvador Illa, el primer socialista que estuvo en las manifestaciones contra el separatismo en aquella Cataluña de 2017, sea el encargado de muñir acuerdos con los que combatió enérgicamente. Ya sé la justificación, que si pacificación, que si convivencia y no sé cuántas gaitas soplarán más. Pero ese cuento para quien quiera escuchar.
Finalmente, un punto no menor, esto de la cesión de impuestos parte de una máxima, una especie de mantra convertido en sustrato cultural, que dice que “Cataluña” es muy rica, mucho más rica que el resto de España. Y, esto es así porque, según las sagradas escrituras del nacionalismo, los catalanes somos una especie de “pueblo elegido” entre los humanos que poblamos la península ibérica. La pregunta que habría que hacer, siendo muy pragmáticos y obviando esa visión milenarista del nacionalismo catalán, sería: ¿En la cesión de impuestos también estaría que la Generalitat se hiciese cargo del enorme déficit de las pensiones catalanas? Déficit que no para de crecer y que, si Cataluña fuese a su aire, iría camino del colapso. Pero, imagino que, de esto, en los cenáculos del poder sanchista, no se hablará.