Iñaki Ezkerra-El Correo

  • La proyección europea que busca Abascal puede lleva a su pérdida de pie en España

Es una paradoja que refleja bien el momento nacional que atravesamos y quién está por la crispación o por el consenso. Las comunidades que gobierna el PP han accedido a hacerse cargo de manera repartida de los 400 menores extranjeros no acompañados que esperaban un destino de acogida desde 2022, pero ese acuerdo no ha servido para calmar las aguas políticas sino para que carguen contra ese partido el PSOE y Vox. El primero de estos ha convertido una crisis que no supo prever, y que no soluciona su insuficiente reforma de la Ley de Extranjería, en una excusa para abroncar de manera sobreactuada a Feijóo e identificarlo con la extrema derecha, mientras el segundo se ha ido a la extrema derecha de verdad, rompiendo de un modo no menos sobreactuado sus pactos con los populares en las autonomías en las que gobiernan juntos.

Sin embargo, el postureo de Abascal no solo se mueve en clave nacional sino que amenaza con cuajar en un programa a largo plazo. Al jefe de Vox le ha puesto los dientes tan largos el ascenso en votos de Marine Le Pen en las legislativas francesas que quiere jugar esa carta racista y xenófoba que tiene mucho arraigo en el país vecino, pero que en España nunca ha prosperado gracias a la realidad del mestizaje y también a la tradición cristiana. No todo ha sido malo ni reaccionario en nuestra herencia católica.

La apuesta de Abascal hacia el lepenismo, y lo mejorcito de cada casa en las extremas derechas europeas, supone una mutación de Vox más que arriesgada porque puede inspirar el rechazo del sector católico de su electorado, del liberal que estuvo en su origen o del simplemente rebotado con el perfil bajo y conformista de Feijóo. Es una apuesta que aleja a Vox del espacio constitucional que hasta ahora ha compartido con el PP, pero que parece decidida porque coincide con su salida del eurogrupo de Conservadores y Reformistas para entrar en el recién creado Patriotas por Europa en el que, por otro lado, también han confluido el Fidesz húngaro de Viktor Orbán y la propia Reagrupación Nacional francesa, hasta el punto de que es Jordan Bardella el que lo preside.

En un libro reciente, ‘Vox: la fuerza nueva del yunque’, el antropólogo Gonzalo Sichar nos brinda todas las claves de la deriva de Abascal y los grupúsculos que pesan en su partido, a los que suma la sociedad secreta El Yunque, cuya filiación cristiana y mexicana colisionaría con los guiños al trumpismo, detractor proverbial de la inmigración hispana, y con el desprecio con el que Abascal habla de los «menas». Los partidos populistas tienen ese inconveniente -son cócteles de contradicciones- y la proyección europea que busca Vox quizá sea proporcional a su pérdida de pie en España. De Le Pen a Lepe puede haber solo un paso.