CARLOS HERRERA-ABC

  • Vox parece perder la brújula moral por simple estrategia política

Me pormenorizaba ayer Ángel Expósito el número de habitantes que va a poblar el continente africano hacia el año 2050, y, más concretamente, el número de hombre menores de veinticinco años que morarán entre el Mediterráneo y Ciudad del Cabo: unos mil millones. Sin prender las luces largas nunca analizaremos bien el problema migratorio: lo que ocurre hoy puede no ser nada comparado con lo que ocurra cuando muchos estemos calvos. La migración –no solo de África hacia Europa– es un gran desafío que exige de los gobernantes actuales algo más que cortoplacismos y fraseología de postureo, y algo nos dice que quienes están al mando de las cosas solo piensan en el tiempo que media entre una elección y otra. En lo que respecta al Gobierno de España cabe decir, como primera providencia, que es un grupo humano de alto nivel de incompetencia –con alguna excepción–, que no ejerce su responsabilidad institucional, no establece una clara política migratoria y no ha proyectado en ningún momento las luces largas estableciendo siquiera los mimbres de un plan de futuro. En lugar de estresarse a diario para ver como protegen a la familia del presidente o en lugar de culpar de todo al PP, los ministros y los interlocutores válidos del PSOE y Moncloa harían bien en comportarse como adultos y en preguntarse qué ha hecho que Italia haya rebajado en un 60 por ciento su entrada ilegal de inmigrantes y España haya ascendido un 50 por ciento, además de reflexionar seriamente en cómo detener a las mafias de la emigración que se enriquecen lanzando emigrantes al mar (cuán interesante era la carta al director de ABC del capitán de navío que demostraba lo imposible de la llegada de un cayuco desde Senegal sin apoyo concreto: salen en barcos y luego son introducidos en embarcaciones precarias). Es sabido que debatir en España entre diferentes fuerzas se hace labor melancólicamente imposible, y al ser el de la emigración asunto carne de demagogia escénica, mucho más. Vox, que parece perder la brújula moral por simple estrategia política, es capaz de dejar sin trabajo a los suyos con tal de no perder más mercado de votos y taponar la fuga que se le presenta por su derecha, comportándose como un adolescente vocinglero y caprichoso, y desestabilizando regiones donde los gobiernos funcionaban razonablemente. El Gobierno, entretanto, se escabulle de su responsabilidad y dedica sus días a culpar a Feijóo de todo lo que les ocurra a los famosos menas que se hacinan en Canarias, pero es incapaz, en cambio, de reprochar absolutamente nada a los repugnantes socios independentistas catalanes de los que dependen, los cuales han dicho, sin ningún tipo de rubor, que ellos no aceptan a nadie en su territorio. Con esa gentuza no se puede contar, ya sabemos, pero aquí se ve que la culpa la tiene quien ha dicho que las comunidades en la que gobierna el PP se harán cargo de los cientos de menores que correspondan. El único adulto en la habitación mirando al gobierno de niñatos intelectuales dando voces por los pasillos…