Editorial-El Correo

  • El caso de los ERE podría acabar situándose entre un desliz en absoluto deliberado y la negación de un delito con tantos partícipes beneficiados

El Tribunal Constitucional (TC) ha estimado parcialmente los recursos de amparo de los expresidentes andaluces Manuel Chaves y José Antonio Griñán contra su condena por parte de la Audiencia de Sevilla y el Supremo en el caso de los ERE. Con la orden a la primera de que dicte una nueva sentencia atendiendo a los criterios expuestos por el pleno de la Corte de garantías por siete votos contra cuatro. El TC considera que la elaboración de anteproyectos y proyectos legislativos por los gobiernos puede dar lugar a contenidos que merezcan el reproche de inconstitucionalidad, pero sin que en ningún caso deban considerarse delictivos ni estar sujetos a «control judicial». Lo que limita la causa a aquellos que, en niveles inferiores de la Junta de Andalucía, fueron acusados por usar transferencias de financiación para el pago de ayudas sociolaborales mediante el denominado «programa 3.1 L». Para la mayoría del TC, ni la acción del Gobierno de Chaves podía ser juzgada más que por el propio Constitucional, ni el supuesto de que Griñán estuviera al tanto del destino último de ese programa fue probado como para sostener un veredicto judicial de culpabilidad. Al primero le ampararía el derecho a la legalidad penal y al segundo, también, a la presunción de inocencia.

Uno de los casos de corrupción más sistémicos, socializados y duraderos en España, los ERE de Andalucía, se ha ido deshilachando en el TC. Hasta el punto de que, por momentos, parecería que no hubo un uso fuera de la ley de casi 680 millones entre 2000 y 2009 -68 de media por año-. Solo se han recuperado 27. Y del mismo modo que la doctrina del Constitucional exime parcialmente de responsabilidad a Chaves y Griñán sin entrar a pronunciarse sobre el fondo del ilícito, quienes administraron de forma fraudulenta las partidas podrán alegar que lo hicieron convencidos de que era lo que se esperaba de su diligencia. Si no fue constitucional que Chaves y Griñán acabasen tratados por los tribunales que los condenaron con tal severidad, habrá quien piense que aquella injusticia está en la raíz de la brusca alternancia política que vivió la comunidad andaluza tras tantos años de hegemonía socialista. Es lo que han sugerido distintas voces, entre ellas las de involucrados en los ERE. Así, el caso podría acabar situándose entre un desliz en absoluto deliberado y la negación de que se hubiese cometido un delito continuado con tantos partícipes beneficiados.