Uno de los aspectos más sorprendentes del caso Begoña ha sido aportado para quien suscribe por su abogado defensor. Antonio Camacho, que tal es su gracia, fue la mano derecha de Rubalcaba en tanto que secretario de Estado de Seguridad. Su gestión fue manifiestamente mejorable en el proceso de negociación de Zapatero; él enviaba a su presidente aquellos inefables ‘informes de verificación’ sobre el cese de las actuaciones violentas de ETA, verificación que subrayó definitivamente la banda terrorista con la voladura de la terminal T-4 de Barajas. También tuvo arte y parte en el caso Faisán, en el que se registraron llamadas con alguno de los acusados. Sucedió a Rubalcaba como ministro, pero ahí no tuvo grandes meteduras de pata, quizá porque solo estuvo seis meses.

A lo largo de los últimos días hemos visto a todo el sanchismo repetir con entusiasmo el mismo mantra sobre el caso de Bego Fundraiser: “No hay nada”, dijo Pedro Sánchez. Y como loros lo fueron repitiendo sus tres portavoces en el Gobierno, en el Congreso y en el partido. Patxi López enfatizó al equiparar el caso del hermano con el de la mujer: no hay “absolutamente nada”. No hay nada, dijo Félix Bolaños, otro tanto manifestó la vicepresidenta María Jesús Montero y lo mismo la ministra de Igualdad, Ana Redondo. “No hay nada delictivo”, fue la expresión de Antonio Camacho, y es un dictamen que me parece algo más afortunado. Si hay algo delictivo lo sentenciará un juez. El defensor hace bien en no creer que su patrocinada haya pisado el Código Penal y algunos ciudadanos pensamos desde nuestra ignorancia de legos que quizá sí lo haya hecho, pero que eso ya lo dirá el juez. Nadie podrá impedirnos pensar que lo que sabemos es de momento algo muy feo.

El argumentario de Sánchez y compañía ha descansado fundamentalmente en la falta de idoneidad de la denunciante Manos Limpias por tratarse de una organización ultraderechista. Ninguno de ellos la cuestionó por tal motivo cuando denunció a la infanta Cristina. Si sus acusaciones son falsas no se comprende cómo su marido no ha puesto una querella por delito de calumnias. Recursos tiene para hacerlo, salvo que también Pedro Sánchez esté en situación de indefensión, palabra clave que se están trabajando para Bego Camacho, Bolaños y Oscar Puente con el fin de que la acoja gozoso Conde-Pumpido cuando llegue al Constitucional.

No creo que Camacho haya estado fino en sus maneras con el juez Juan Carlos Peinado. Una elemental actitud de prudencia aconseja no cabrear a los ropones si tienes algún lance de justicia, pero él sabrá. La recomendación de no declarar a su defendida es legítima, pero suele ser más útil en el caso de que la considere culpable que en el caso de que crea firmemente en su inocencia. Hizo un flaco favor a Begoña Gómez al pedirle que no declarase el pasado día 5 por no haber recibido la querella de ‘Hazte oír’. Si los funcionarios del Juzgado no la habían participado, bien pudo él pedirla y ahorrar a la investigada una nueva comparecencia, un engorro, aunque fuese para no declarar. En el ínterin, el titular del número 41 recibió la petición de la Universidad Complutense de que se investigara a la hija de Sabiniano que se hizo catedrática por apropiación indebida, petición que no se puede descalificar en los mismos términos que la de Manos Limpias. Y aquí riza el rizo. El juez solo debe investigar la denuncia ultraderechista y no la de la Universidad, con un argumento que reproduce el viejo chiste: “Señoría, estamos a recoger setas con Manos Limpias. Deje la demanda de la Complutense, que eso es un Rolex”.