RAMÓN PÉREZ-MAURA-EL DEBATE
  • Los «¡Somos más!» que sostienen a Sánchez nunca han ocultado su intención de romper España. Y Sánchez no hace más que darles facilidades para que un día puedan cumplir con su objetivo

Hay que reconocer que la izquierda española tiene una gran capacidad de resistencia. Recuerden ustedes cómo fue el final del Gobierno de Felipe González. Aquello era un pudridero. El director general de la Guardia Civil huido, el gobernador del Banco de España camino de la cárcel, la directora del Boletín Oficial del Estado procesada, el PSOE llamando a Aznar «Charlotín»… No había dónde posar el ojo. Pero el PSOE mantenía un sólido respaldo electoral. Tanto que en las elecciones de 1996 el PP sólo sacó 290.328 votos de ventaja al PSOE.

Recordemos que entonces se convocaron elecciones anticipadas por una razón que hoy ha pasado a ser inverosímil. Ante el deterioro de la situación, Jordi Pujol, que todavía actuaba como un pretendido hombre de Estado, acudió a la Moncloa a ver a González y dijo al presidente que no le apoyaría en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. ¿Y qué hizo González? Convocó elecciones. Lo normal en cualquier democracia digna de ese nombre.

Hace un año el PP ganó las elecciones. Pero ya la noche electoral Sánchez salió al balcón de Ferraz a decir que habían ganado ellos. Todos recordamos a Marisu Montero pegando botes en el estrado y agitando los brazos con la sutileza y elegancia de un boxeador de pesos pesados que acaba de derribar a su contrincante. ¿Qué fue lo que provocó ese gesto desaforado de Montero? El anuncio por parte de Sánchez de que «¡Somos más!».

Pues ya sabemos que esa supuesta mayoría sólo lo ha sido para la aprobación de la Ley de Amnistía. Tenemos los Presupuestos prorrogados, saltándose la obligación constitucional de presentar un proyecto de Presupuestos para este año y después de lo que vimos el pasado martes en el Congreso de los Diputados, todo indica que tampoco habrá presupuestos en 2025. La propuesta gubernamental del marco de estabilidad presupuestaria contó con el voto en contra de Junts que da así un paso claro a la oposición. La portavoz del partido de Puigdemont, Miriam Nogueras, no lo pudo decir más claro: «Vayan buscando otros caminos, que no pasarán por Junts per Catalunya para poder aprobar sus Presupuestos Generales del Estado».

La repetición del plante de Pujol a González no tiene hoy el mismo valor por la sencilla razón de que con Presupuestos o sin ellos Sánchez piensa mantenerse en Moncloa aunque no logre aprobar una sola ley más.

La fuerza de Puigdemont es suficiente para bloquear la legislatura en las Cortes, pero no es suficiente para derribar este Gobierno por la sencilla razón de que nuestro modelo de moción de censura constructiva implicaría que para sacar a Sánchez de la Moncloa Junts tendría que apoyar un candidato respaldado por el PP y Vox. Y es más probable ver volar a un elefante que el que eso suceda.

España es el único país, la única democracia en la que el Gobierno está sostenido por los que quieren romper ese país. Los «¡Somos más!» que sostienen a Sánchez nunca han ocultado su intención en ese terreno. Y Sánchez no hace más que darles facilidades para que un día puedan cumplir con su objetivo. Como se ha demostrado esta semana con las nuevas concesiones a ERC. Y cuando das todo lo que te piden y saben que enfrente tienen una oposición que haría lo contrario, es imposible que los Bildu, Junts, ERC y compañía dejen caer al inquilino de la Moncloa. No paramos de mejorar.