Nadie tan partidario como el arriba firmante de las garantías de la ley y el derecho a no declarar es una de ellas, pero si se lee el entrecomillado de ley la LECrim tiene una carga de profundidad en la locución adverbial ‘en contra’. ¿Cómo podría Pedro declarar en contra de Begoña si se ha hartado de decir que no había nada, que todo eran infundios, bulos, la máquina del fango puesta en marcha por la derecha y la ultraderecha? Si a estos efectos, admitan el sentido figurado, Begoña era blanca, inmaculada, virginal, ¿cómo podría su marido perjudicarla contando simplemente la verdad, aunque sea preciso admitir que no tiene costumbre?

La citación del juez Peinado al presidente para declarar como testigo en los líos de aquí su señora se ha saldado como cabía esperar, con el acogimiento de Sánchez a su derecho a no declarar, como ya hiciera antes Begoña Gómez. Había intentado que la declaración se produjese por escrito, que le ofrecía la ventaja de que no habría repreguntas, pero el magistrado no se lo admitió. Así que unos minutos antes de las once, el juez Peinado se plantó en La Moncloa, dispuesto a tomar declaración a su testigo. El acto se resolvió en apenas dos minutos, según el abogado de su mujer. El juez le preguntó si tenía relación con alguno de sus investigados y él dijo que sí, que tenía una relación conyugal con su mujer, como su propio nombre indica, y el magistrado le instruyó sobre el artículo 416 de la LECrim que establece que el testigo relacionado por vínculos como el descrito “no tiene obligación de declarar en contra del procesado”.

Claro que Sánchez no se podía conformar con eso. Tenía uno el pálpito de que una vez instalado el juez en La Moncloa fuera Sánchez quien le tomara declaración a él. Algo de esto ha venido a pasar, porque el presidente se ha querellado contra el juez Peinado por prevaricación, impartiendo las órdenes oportunas a la Abogacía del Estado. Mi amigo Rubén Múgica, abogado con años de experiencia, se hacía una pregunta pertinente en X, dirigida expresamente a abogados, no a tertulianos ni todólogos: “¿Alguno imaginó alguna vez a un testigo querellarse por prevaricación contra el juez que lo citó?” Puede haberse querellado alguna de las partes, pero un testigo no es una de las partes, por muy chulo que sea, como es el caso. La repuesta es que no, que no lo hay, que nunca se ha producido un acontecimiento semejante.

Pedro Sánchez ha puesto a la Abogacía del Estado al servicio de una particular, que es su mujer. Un tipo que estaba obligado en condición de su cargo a dar cumplidas explicaciones de los negocios de su mujer, que empleaba para establecerlos las instalaciones de la Presidencia del Gobierno y que en dos de las ocasiones las reuniones con sus socios contaron con la participación del mismísimo presidente Sánchez.

Tengo para mí que la Abogacía del Estado va a hacer el ridículo por inadmisión de la querella, pero eso a él qué más le da, si una especialidad de la casa es tirar siempre con pólvora ajena. Cosas como esta llevaban a incredulidad al replicante Batty: “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Naves de ataque en llamas más allá de Orión, Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser, un testigo querellarse contra el juez que lo ha citado. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia.”