Pedro Sánchez expuso ayer su balance del primer año de legislatura bajo el eslogan ‘Cumpliendo’, aunque lo que de su mandato ha acabado tensando a la política y a la sociedad española han sido las decisiones adoptadas en contradicción con la propuesta electoral que llevó a las generales de julio de 2023, como la amnistía y el sistema de concierto tributario para Cataluña. El presidente pudo haberse quedado con sus palabras de la víspera demandando respeto a los 8.500 afiliados de ERC que mañana tendrán la posibilidad de pronunciarse sobre si apoyar o no la investidura de Salvador Illa a cambio de culminar «la financiación singular» catalana en cinco años. Como si ellos, las ejecutivas del PSOE y del PSC y el Gobierno tuvieran la potestad exclusiva de alumbrar un cambio de alcance constitucional sin encomendarse a nadie más. También pudo haberse esmerado en explicar a los ciudadanos las razones por las que la salida de Cataluña del régimen común de financiación autonómica es «magnífica» para los catalanes y para los demás españoles mostrando un estudio con previsiones claras al respecto. Pero prefirió una vez más actuar de prestidigitador al afirmar que «es un paso hacia la federalización del Estado» sin que haya documento alguno de su partido o su Ejecutivo que lo avale.