Imma Lucas-Vozpópuli
  • Volvió a Cataluña por espacio tan breve como su proclamación de la república del 17. Apenas un suspiro.

Para poder burlar una detención lo fundamental es que sea a plena luz del día, en pleno centro de la ciudad de Barcelona. En el Arco de Triunfo, por ejemplo, con amplias calles colindantes por donde puedas escapar en coche sin que te pare nadie. Es aconsejable haber anunciado con mucha antelación que vas a aparecer a una hora concreta frente a centenares de personas y, sobre todo y fundamental, que te acompañe un diputado autonómico que va con escolta –es decir con un mosso- como Jordi Turull, procesado por la sublevación de 2017 y condenado a pena de cárcel. No está de más que a tu lado esté la máxima autoridad de Cataluña -junto con el president de la Generalitat- como es el titular del Parlament, en este caso Josep Rull. Él también con su propia escolta, léase nuevamente un mosso, o dos, nada privado a no ser que en algún momento puntual se requiera.

Carles Puigdemont lo volvió a hacer, volvió a zafarse de la detención policial dictada por el juez Pablo Llarena, quien regresó de vacaciones para atender este procedimiento. Ni la ‘operación jaula’ ni el hecho de que lo anunciara alegremente actuaron como resorte para propiciar su detención. Sólo cumplió la palabra de volver a Cataluña después de siete años prófugo y lo hizo por apenas unos minutos. Una reaparición tan efímera y breve como la declaración unilateral de independencia de 2017. Es la falta de solidez y el final de un ex president que ni se merecen los militantes de Junts ni mucho menos Cataluña.

Vivió tranquilamente fugado mientras los miembros de su gobierno cumplían condena de cárcel por la misma causa que él impulsó. No resulta igual de confortable vivir entre rejas que en una mansión en Bélgica, donde se pueden recibir visitas, atender a la familia y hasta pensar en un regreso voluntario, aunque sea para comparecer ante el juez. ¿Cuántos días debería haber pasado Puigdemont en la cárcel Puigdemont si se hubiera entregado tras su discurso en la jornada de investidura de Salvador Illa? Días, meses, no más. Sin embargo, antes de enfrentarse a una detención, optó por poner en jaque al Estado de Derecho, con el riesgo de desordenes públicos para los centenares de personas que le esperaban. Por no hablar del descrédito a la policía autonómica y al propio nuevo president del Parlament, hombre de enorme lealtad hacia el escapista.

Algunos periodistas planteábamos la posibilidad de que pudiera ser detenido tras la investidura, cuando ya todo hubiera terminado y evitar así incidentes enojosos.. Detenerle entre una multitud era un peligro

La larga trayectoria de servicio de Jordi Turull y Josep Rull hacia su jefe no tiene precio. Ambos cumplieron pena de prisión, hasta que les llegó el indulto de Sánchez. A partir de ahora, ¿qué va a hacer Puigdemont?, ¿va a seguir apareciendo por plasma para los suyos? Él mismo se comprometió a que estaría en persona en el pleno de investidura, y pese a que lo había anunciado muchas veces antes, hubo gente que se lo creyó. Algunos periodistas planteábamos la posibilidad de que pudiera ser detenido tras la investidura, cuando ya todo hubiera terminado y evitar así incidentes enojosos.. Nada de eso. Se esfumó, nos engañó como nos tiene acostumbrados. Como cuando declaró una independencia que él sabía imposible. Como cuando huyó en el maletero y dejó a su Gobierno plantado.

En Junts hay recambio para Carles Puigdememont, hay líderes que deberían abrir una nueva etapa dejando atrás 2017, que deberían dejar de cobrar el Estado que pretenden dinamitar

Qué bochorno para el cuerpo de los Mossos d’Esquadra, pero también para Junts, que debería abrir urgentemente el debate sobre su. Es inaudito que una presidenta del Parlament como Laura Borrás, condenada por corrupción, asegure en la red X que uno de los mossos que le ayudó en el exilio y en la huida ha actuado con lealtad al president. Ahora el agente está detenido y el jefe se fugó. Además, se supone que un mosso debe ser leal a la ley y no ha quien se burla desde hace siete años de ella. Un mosso ha de cumplir con el ordenamiento jurídico, gobierne quien gobierne, porque se debe a los ciudadanos no a ningún cargo político. Los que creen que las instituciones son suyas, como algunos dirigentes de Junts, y no un servicio público, tienen un problema de comprensión del concepto de servicio público. En Junts hay recambio para Carles Puigdememont, hay líderes que deberían abrir una nueva etapa dejando atrás 2017, que deberían dejar de cobrar el Estado que pretenden dinamitar.

El silencio de La Moncloa

Nadie cree que el prófugo pudiera burlar él solo, o con apenas la ayuda de dos mossos, todos los controles policiales. Quizás nunca se sepa lo que realmente ocurrió. La comparecencia de los altos mandos del Cuerpo no despejó dudas, al contrario. Moncloa guarda silencio, es agosto se lo puede permitir, pero cuando empiecen las sesiones en el Congreso esta huida de Puigdemont frente a centenares de policías y con todos los cuerpos de seguridad informados de la aventura, va a marcar el nuevo curso político. Parece que lo importante ha quedado en un tercer o cuarto plano. Casi tres meses después de las elecciones, Cataluña tiene por fin un presidente que esperemos que desatasque la parálisis en la que esta hermosa tierra está sumida desde hace décadas.