Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

Las declaraciones efectuadas ayer por la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en su visita a la localidad gaditana de Rota me han traído a la memoria una escena que Santiago González, maestro en eso y en muchos otras cosas, me ha ayudado a centrar. Es parte de la película de Howard Hawks ‘La fiera de mi niña’. En ella, y tras una larga perorata de Katharine Hepburn, Cary Grant asegura que «nada se aclarará mientras ella insista en explicarlo todo».

Con Montero pasa algo similar. Recordará usted que 15 días antes del pacto fiscal alcanzado entre el PSC y ERC para conseguir el apoyo de los segundos a la investidura de Salvador Illa -con la expeditiva contrapartida de sacar a Cataluña del sistema común de financiación autonómica y dotarla de un sistema bilateral para la gestión de todos los impuestos- la señora vicepresidenta primera aseguró que nunca sucedería tal cosa. Sin embargo sucedió 15 días después y ella lo avaló sin matices ni temores.

Ayer trató de aclarar su pensamiento y, como era de esperar, lo embrolló todo aún más. Dijo que el acuerdo no es un Cupo, ni es un Concierto Económico a imagen del caso vasco -esto para que no se le alborotasen las demás autonomías-, ni tampoco es una reforma del sistema de financiación -esto para evitar que los de ERC saltasen de la tumbona playera y se le lanzasen al cuello-.

¿Qué es entonces el artefacto firmado con tanta algarabía? ¡Ah! Eso no lo aclaró. No es su fuerte ni, en este caso, su intención. No hay duda de que para ir tirando sin perder apoyos lo mejor es no explicar nada y oscurecerlo todo, no dar cuenta del acuerdo, no publicitarlo y no comunicarlo a las bases para que lo aprueben, ni a la sociedad para que se forme criterio y opine. En su debido momento se les comunicará a los diputados lo que tienen que votar y a los militantes lo que deben opinar. Suficiente.

También insistió en que la financiación singular que se propone para Cataluña «no supone ningún agravio para el resto de territorios» en un ejemplo más de la demostrada capacidad del Gobierno para construir círculos cuadrados y líneas paralelas que se cruzan a la vuelta de la esquina, mucho antes que en el infinito. Terminó con una afirmación rotunda: «Cada uno designa los acuerdos de la manera que cree conveniente». Ella pensaba y se dirigía a los de ERC, pero estoy seguro de que también me lo permite a mí. Pues nada, muy agradecido.