Mikel Buesa-La Razón
- Lo relevante es que el negocio de las «txosnas» tiene sustancia y deja unos buenos dineros en la caja
Un año más, a lo largo del periplo festivo del País Vasco, las «txosnas» instaladas por la izquierda «abertzale» en los feriales han cumplido con su propósito de enaltecimiento de ETA y de sus militantes aún encarcelados. De nada sirven las protestas de las víctimas y, menos aún, las prohibiciones de las ordenanzas municipales destinadas desde su aprobación a que los alcaldes hagan la vista gorda. Y está por ver que estas casetas del independentismo vayan a cumplir este año con sus obligaciones fiscales aun a pesar de las amenazas de multa de 20.000 euros vertidas por las Diputaciones Forales. El caso es que nada parece haber cambiado en este tinglado del nacionalismo radical, de manera que año tras año vuelven a repetirse los mismos rituales, las mismas manifestaciones y los mismos banquetes y merendolas en honor de los asesinos que durante más de cuatro décadas asolaron las geografías vasca y española.
Que hay razones ideológicas detrás de este culto al terrorismo es evidente, pues la línea de continuidad desde ETA hasta los partidos y asociaciones «abertzales» es notoria. Pero no se trata sólo de eso. También hay negocio. Y para explotar el negocio es necesario atraer al público –joven y viejo– que sublima sus sentimientos patrióticos, sin arriesgar nada, con la exaltación de la violencia pretérita mientras bebe unos «txikitos», se deleita con unos «pintxos», eructa y grita «independentzia» entre bocado y bocado. Desconozco si, desde hace un par de décadas, los precios de estos consumos han subido mucho o poco; pero si nos remitimos a las cifras de aquella época debidamente corregidas con el IPC, estamos hablando de un rendimiento neto de entre 1,5 y dos millones de euros que irán a parar a las cuentas opacas del movimiento nacionalista. No es que sea una fortuna, pero la cifra equivale a una quinta parte de los ingresos que EH Bildu reflejó en su última «Memoria Normal». No me pregunte el lector que es lo que, en ese partido, se entiende por normal, aunque parece que se trata de un documento destinando a la administración fiscal. En todo caso, lo relevante es que el negocio de las «txosnas» tiene sustancia y deja unos buenos dineros en la caja.