- En un desfile militar, superando previas triquiñuelas contra silbidos, hizo esperar al Rey para que –supongo yo– no sonaran insultos al llegar él o pareciesen compartidos. Nunca acreditó luces de alto voltaje, pero menos tal día con esas ingenuas tretas preventivas de los abucheos que le lanzan en cuanto lo guipan
He repetido al límite que se agotan los adjetivos del idioma cervantino –con los añadidos por otras 22 academias de ASALE– para describir un sujeto como el indeseable tirano que bien podía haberle caído a otro de los doscientos territorios ONU, pues «la buena suerte resulta tan desconcertante como la mala» (A. Shreve, Reflejos sobre la nieve).
Pedro Sánchez no es solo un dictadorzuelo de baja estofa, que en unos JJ. OO. del despotismo entre encelados sátrapas mundiales se colgaría el oro por méritos demostrados en siete años de sodomizar, con aberrante depravación, a un país europeo del siglo XXI, donde ya no valen groseras asonadas pornográficas sino estudiados juegos de erotismo sádico.
Al pervertido que nos amarga la vida lo adornan otras lindezas, bastando alguna muestra para definir rigurosamente la chabacanería con que barniza la deshonra de ser, junto con los suyos, un acabado farsante que predica colaborar con la justicia pero ofrece silencio y querellas a quienes le investigan igualitaria y democráticamente, tercer poder que él desprecia olímpicamente y su cuadrilla le ayuda a lidiar, picar y banderillear en vísperas de apuntillarlo.
Qué hocico de hormigón armado pasea por los escenarios de su devoción diciendo «Diego» donde dijo «digo» con la misma naturalidad que alivia un apretón de barriga en la taza inodora. Pero además, nuestro infame presidente –pirata, intruso y okupa– es un malcriado, un chocarrero tan basto como los bañadores de esparto, reservándole al Rey irrespetuosos ademanes salidos de su nula educación de cateto.
Esquematizando lo que recuerde, traigo a colación situaciones como la recepción real en que, tras cumplimentar a los anfitriones, no se cortó en seguir colocado –parienta incluida– al lado del matrimonio regio. Ni una mota rosa tiñó sus mejillas cuando lo echaron sin contemplaciones. Todo un prócer.
En un desfile militar, superando previas triquiñuelas contra silbidos, hizo esperar al Rey para que –supongo yo– no sonaran insultos al llegar él o pareciesen compartidos. Nunca acreditó luces de alto voltaje, pero menos tal día con esas ingenuas tretas preventivas de los abucheos que le lanzan en cuanto lo guipan. Nos gobierna un tontarra obstinado en probar ser más bobo de lo que aparenta. Peor que Zapatero Risicas, su carialegre director espiritual y confesor del liliputiense ministro gafitas arabizado.
Hay veces que PS aguarda al Rey –como viene obligado– pero sin ocultar su desgana, con las manos en los bolsillos del pantalón evocando el disimulo de las cosas feas de los mirones onanistas en su incontinente lascivia. ¡Vaya foto la del galán de Tetuán en semejante pose oficial!
Es también costumbre de este gamberro gubernamental adelantarse en comitivas y abrir paso como antaño los tontos inocentes de nuestros pueblos se anticipaban a los pasacalles de ferias y fiestas, haciendo parodias de dirigir orquestas a estilo Berlanga Míster Marshall, y de ahí que PS me recuerde a los benditos infelices de mi Viso del Marqués la víspera de Santiago desfilando antes que el alcalde.
El colmo de la chulería fue subir a un AVE inaugural dando la espalda al Rey. Por cierto, un título que PS ha desterrado de su manual de estilo para llamar a don Felipe «el jefe del Estado». Y él sabrá por qué ambición fracasada su descompostura personal evoluciona a institucional y usa la Corona de escudo para no explicar los líos que le ahorcan. Hay que ser muy hijo de madre para, además, acudir tarde al palacio balear. No se libra de una este verraco de chancho, que es, y mucho, un caradura, opaco judicial y trasgresor del orden legal con el desparpajo de un impresentable de manual.
Sus atracos sin miramiento a la Constitución y la nación ponen en impensables aprietos al monarca, merecedor al menos de un diálogo sobre las graves cuestiones a resolver con criterios acordes a la lógica, al general sentir y a la elementalidad del obrar humano que PS troca por el hozar y gruñir marranos no consultando con él.
No son de omitir tampoco las reverencias a gerifaltes secesionistas o moros y sus símbolos soberanistas, frente a la indiferencia con que saluda donde está la bandera rojigualda, si es que la hay. Quisiera que oyera nuestro himno con el embeleso que Els segador, no con los brazos en las perneras o cruzados sobre sus partes y los pies en descanso más que firmes.
Pues este primer ministro pordiosero es el que nos avasalla. Su rostro y modales reflejan el menosprecio a la España que invoca en vano como móvil de su actuar, razón de su sacrificado mando y meta de las entregadas vidas del par de tórtolos presidencial. ¡Dos orzas de chorizos podían llenarse con los currículos parentales del doble clan familiar!
¿Y qué cabe hacer al Rey con el loco de la Moncloa falseador del BOE, además de aguantar mecha y tragar saliva? Yo lo cuadraba y le leía bien leída la cartilla. Con cortesía y corrección, pero con energía y determinación. Sin devolverle buen humor. Despache Su Majestad lo que tenga que despachar y rubrique cuanto deba rubricar, pero con ceño de circunstancias y aire de adversidad, mensajes explícitos de no gustarle los atajos por donde avanza el absolutista. No vaya a llevarse este osado la impresión de que al capitán de la patria común le agrada departir con quien hunde la nave y reparte sus pecios arbitraria y desigualmente.
A semejante miserable no puede alcanzarle piedad de hombre ni perdón del Dios al que en rebeldía satánica suplanta. Un polidelincuente multirreincidente como él tiene bien ganado ya el infernal y eterno fuego bíblico. Y con humo de leña verde pestilente para propina. Que purgue y pague con pena sin fin su culpa y daño infinitos.
- Eduardo Coca Vita pertenece al cuerpo superior de Administradores Civiles del Estado