Javier Rupérez-El Debate
  • Experimentar de manera directa esa monstruosa realidad sirve para situar en sus exactas proporciones a los que creyeron que la utilización de la violencia con fines políticos les estaba autorizada por obscenos dogmas que oscilaban entre el nacionalismo o la creencia religiosa

Está en Vitoria, es, en su expresión más elemental, un espléndido museo, cuenta con unas excelentes condiciones de localización geográfica y arquitectónica y despliega unas envidiables capacidades técnicas para hacer llegar al visitante el propósito de su existencia. Que no es otro que la de mostrar la terrible relación de lo que los españoles han debido sufrir en las últimas décadas a causa del terrorismo en sus diversas y aberrantes manifestaciones: ETA, GRAPO, Yihad, etc.

Fruto de una cuidadosa y profunda investigación a la que presta un minucioso servicio la sabia utilización de procedimientos procedentes de la técnica digital, el Centro recorre el camino de sus propósitos analizando las supuestas razones que los terroristas desarrollaron para poner en práctica su criminalidad, las diversas reacciones que ello produjo en la sociedad española, las medidas que al respecto diversos gobiernos adoptaron para recuperar un elemental sentido de la normalidad y por supuesto el grado individual y colectivo de horror que el padecimiento de las victimas trajo consigo. A ello poderosamente ayuda la fidedigna reproducción de alguno de sus elementos definitorios, como por ejemplo el minúsculo espacio en el que la banda terrorista vasca ETA mantuvo secuestrado durante 532 días al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara. Experimentar de manera directa esa monstruosa realidad sirve para situar en sus exactas proporciones a los que creyeron que la utilización de la violencia con fines políticos les estaba autorizada por obscenos dogmas que oscilaban entre el nacionalismo o la creencia religiosa.

La excelente técnica museística de la que el Centro hace alarde está puesta al servicio de su carácter «Memorial», aquel que tiene como finalidad recordar la obscena barbarie que durante décadas, más de medio siglo, las víctimas de sus acciones, y en el fondo toda la ciudadanía española, hubieron de padecer. Allí se encuentran los centenares de asesinados, los miles de heridos, las decenas de miles de extorsionados y exiliados que pertenecen a todas y cada una de las bandas terroristas de las que el Centro da noticia pero que en número y repercusión tiene un indudable protagonista: la banda terrorista de carácter vasco nacionalista conocida por sus siglas, ETA.

El Centro muestra sin dudas su carácter didáctico al describir con voluntad de recuerdo el volumen de la tortura y la necesidad de tomar nota de su alcance para tener en cuenta la responsabilidad de sus actores y la necesidad de guardar en el recuerdo los datos suficientes para evitar su repetición. Es en tal perspectiva donde el Centro mantiene relaciones académicas con varias universidades españolas para facilitar la información sobre el tema terrorista en todos sus aspectos. Y con una indudable e indispensable nota adicional: que las generaciones que lo sufrieron, y aquellas que por su edad lo desconocen, tomen cumplida nota de lo sucedido, tengan en cuenta sus terribles consecuencias y tomen las medidas necesarias para evitar su repetición. Como por ejemplo declarar ilegales las fuerzas políticas cuyos programas e historiales incluyen acciones terroristas o miembros que declaradamente pertenecieron a las formaciones de tal índole. Algo similar a lo que impide que en la Republica Federal Alemana exista un partido nazi o en Polonia un partido comunista. O a lo que llevó a la ilegalización de Herri Batasuna el 23 de marzo de 2003.

Es por ello por lo que el Centro Memorial viene a recordar un dato imprescindible para la enseñanza de las jóvenes generaciones: tomar las medidas necesarias y oportunas para que la educación que reciban incluya de manera central el recuerdo, el análisis y las consecuencias del terrorismo en España. Trabajo para el que el Centro está inmejorablemente preparado y debería ser tenido como participante obligatorio al respecto. Nada resultaría mas negativo para la continuación de nuestra historia el que el terrorismo desapareciera de la conciencia popular, como si el propósito fuera introducir como regla fundamental el olvido. Porque de lo ocurrido no debe obtenerse nada mas que una norma taxativa: nunca jamás. Visitando en Vitoria el Centro Memorial de las Victimas del Terrorismo se llega perfectamente a comprender su alcance.

  • Javier Rupérez es embajador de España