Editorial- El Español

La llegada de Edmundo González a España, donde le ha sido concedido asilo político por el Gobierno, fue analizada ayer por EL ESPAÑOL desde dos puntos de vista.

La salida de Edmundo de Venezuela, donde su vida corría peligro, es un alivio personal para él y los suyos.

Políticamente, sin embargo, su exilio supone una victoria para Nicolás Maduro, que se desembaraza así del ganador de las elecciones del pasado 28 de julio y ve despejado el camino para su perpetuación en el poder.

La pregunta que se plantean ahora la comunidad internacional y millones de ciudadanos venezolanos demócratas es ¿y ahora qué?

Porque la huida de Edmundo, aunque comprensible desde el punto de vista humanitario, pone el foco de la tiranía bolivariana en María Corina Machado y obliga a los partidos democráticos a empezar prácticamente desde cero el trabajo de oposición a Maduro.

Pero Venezuela no puede volver a pasar de nuevo por el mismo ciclo de construcción y consolidación de una plataforma opositora, la represión y el hostigamiento de sus principales líderes y, una vez estos adquieren la entidad suficiente como para suponer un peligro para el régimen, su encarcelamiento o su exilio.

Eso es lo que ocurrió con Leopoldo López y Antonio Ledezma, que también residen en España, y lo que ha ocurrido con Edmundo González, convertido en inesperado candidato a la presidencia de Venezuela tras la prohibición del resto de las candidaturas por los tribunales chavistas y que, tras ganar las elecciones del pasado 28 de julio, se convirtió en el objetivo a derribar por parte de la dictadura de Nicolás Madura.

De ahí la presión que el régimen puso sobre su persona y cuyo objetivo final era su salida del país antes del 10 de enero, fecha en la que Edmundo González debería haberse proclamado presidente electo de Venezuela.

Por eso es importante que, sea cual sea el rumbo que decida tomar la oposición venezolana a partir de ahora, se rompa definitivamente ese círculo vicioso que incinera uno a uno a todos los líderes opositores a fuerza de amenazas y coacciones.

Se encuentre en Venezuela o en España, Edmundo González es el legítimo ganador de las elecciones del pasado 28 de julio y es a él a quien le corresponde ser investido presidente en enero.

La oposición al chavismo debe por tanto dejar claro que el exilio de Edmundo no cambia lo esencial: que el chavismo robó las elecciones, que el candidato de la oposición no ha salido de su país por voluntad propia y que nada va a impedir que el presidente investido en enero pertenezca a la lista ganadora de las elecciones. Gato negro o gato negro, lo importante es quién sea nombrado presidente en enero.