Cabe preguntarse si ese camino de la inmunización del proyecto de ETA y de la impunidad política y social no debería incluir un nuevo apartado de generosidad de los vascos: el acceso de Bildu a la Diputación de Gipuzkoa y al Ayuntamiento de San Sebastián. Daría un elemento de contraste a la sociedad vasca para pasar de las fantasías ideológicas a la realidad de la construcción patriótica.
Un periodista resaltaba en su crónica que la condena había sido larga, 25 años, teniendo en cuenta que no tenía delitos de sangre. Otros, con muchos asesinatos habían salido antes, ciertamente. Técnicamente, más que no tener delitos de sangre, habría sido oportuno resaltar que no había tenido mucha fortuna intentando matar. Cuando fue detenido acababa de ametrallar junto a sus compañeros un camión francés. Pero había disparado ya contra cuatro camioneros más en la misma carretera y había intentado matar a los agentes que vigilaban un colegio electoral. Se pudo demostrar que había previsto asesinar a un policía en San Sebastián y atentar contra la guardia civil un mes más tarde, durante una jornada electoral. No se podría negar que sentía una cierta fijación por los colegios electorales, aunque su relación fuera entonces -digamos- ‘negativa con los derechos humanos’ de algunos electores. Tal vez por la fijación electoral en pro de la edificación del Estado nación vasco, el día que abandonó la prisión mostró que ya tenía una relación en positivo con la ley, bajo la sigla de Bildu, y dejó claro el programa electoral de la vieja-nueva Batasuna: ‘independentzia eta sozialismoa’.
Los miembros de Batasuna han conseguido no condenar su relación con la estrategia totalitaria y asesina, con ETA en suspenso, dos años sin mucha violencia de la muy evidente, y bajo la confianza y consideración de la mayoría sociológica vasca de que, por ese camino, se va a acabar con ETA, como expresó muy recientemente el propio ministro Jáuregui. Cabría preguntarse si ese camino de la inmunización del proyecto y de la impunidad política y social no debería incluir otro nuevo apartado de generosidad por parte de los vascos y las vascas. Tal vez el acceso de Bildu a la Diputación de Gipuzkoa y al Ayuntamiento de San Sebastián, un suponer, podría resultar una senda muy positiva para alentar el fin del victimismo tan común entre algunos de sus líderes y votantes más suspicaces. La generosidad daría un elemento de contraste a la sociedad vasca para pasar de las fantasías ideológicas a la realidad de la construcción patriótica. Hay quien considera que tal vez podría gustar la gestión de Bildu. Desde luego no sería descartable. Pero la ejecución coherente del paradigma de la paz que estableció el TC podría sumar a los más recalcitrantes de entre quienes tienen una mala relación con los derechos humanos de sus adversarios políticos, españoles y así. El vocero de Bildu lo dejó claro. Podrían suceder cosas maravillosas, como que aparecieran abandonadas las armas a las puertas de las iglesias vascas o, tal vez, de la Delegación de la Hacienda Foral. A besos.
Maite Pagazaurtundúa, EL CORREO, 30/5/2011