Santiago González, EL MUNDO, 27/5/12
Llama poderosamente la atención el fundamentalismo ideológico con que los partidos políticos recuperan las esencias al perder el poder, sin que las tales les hubieran condicionado lo más mínimo mientras gobernaban. El gran Gaspar Zarrías, incansable muñidor al servicio de Manuel Chaves y actual responsable de política municipal (y espesa) del principal partido de la oposición, ha enviado una circular a los grupos municipales socialistas para que estos lleven a sus respectivos plenos, orientados a acabar con la exención fiscal de la Iglesia. No sólo de la Católica, dicen; de todas las confesiones arraigadas en España. Confieso yo mismo que Zarrías me inspira una cierta ternura, con ese aire de arquetipo de clase media que en los tebeos de nuestra infancia tenían Don Pío, personaje de Peñarroya, y el patriarca de la familia Ulises, que mandaba en la última página el TBO propiamente dicho.
No se inquieten los creyentes. No entra en las intenciones de nuestros socialistas meter mano (dicho sea con perdón) a todos los bienes de la Iglesia, aplicándoles el Impuesto de Bienes Inmuebles. Solamente tienen puesto el ojo en las propiedades no afectas al culto y esta exención vale para todas las confesiones existentes en España, lo cual ya es una señal de por dónde van las intenciones del mandante de Zarrías, que no es otro que Alfredo Pérez Rubalcaba. Las minoritarias no tienen más propiedades que las destinadas al culto y dependencias anejas destinadas a oficinas, etc.,que también están consideradas exentas de oficio por la ley.
El principal problema que plantean estas ocurrencias es de oportunidad. Llama la atención que estos arrebatos de laicismo, con los que uno tendería a estar de acuerdo, no son más que la expresión de un chato y ramplón oportunismo. Los socialistas han estado en inmejorables condiciones de revocar el concordado con la Santa Sede vigente desde los tiempos de UCD (1979). De los 33 años transcurridos desde entonces, ellos han gobernado 22. El 1 de enero de 2007 entró en vigor aquella infausta reforma fiscal con la que Zapatero aventó el superávit de nuestra economía y nos llevó a conocer a la prima de riesgo. Aquello supuso una compleja reforma del IBI, pero lo único que no se les ocurrió tocar, justamente, fue el IBI de los colegios concertados, que se acoge al capítulo de «exenciones rogadas». Lo que hizo fue subirles el precio del padrenuestro.
Estos arrebatos de laicismo no son más que la expresión de un chato y ramplón oportunismo
El Gobierno socialista anunció su intención de revisar el concordato, pero qué son 22 años, poco más de un par de décadas, que se pasan en un suspiro. De vez en cuando lo invocaba Guerra, sin que nunca llegara la sangre al río ni la tinta al Boletín Oficial. Es notabilísimo que la moción Zarrías abogue en su segundo punto porque los grupos municipales socialistas insten al Gobierno a presentar una Ley de Libertad de Conciencia y Religiosa que el PSOE anunció, sin otro efecto práctico que subir la cotización del padrenuestro.
Veremos si los ayuntamientos socialistas empiezan a cobrar impuestos y tasas a la Iglesia, o es otro brindis al sol. En todo caso Zarrías debería haberse curado en salud y limitar su propuesta a los grupos municipales que no fueran mayoritarios. Quien evita la ocasión evita el peligro.
Santiago González, EL MUNDO, 27/5/12