Tonia Etxarri-El Correo
Casi un mes después de la primera encuesta de GAD3 se van consolidando dos certezas: que el próximo 28 de abril puede ganar con holgura Pedro Sánchez pero va a necesitar del apoyo de algunos independentistas. Y que Pablo Casado no consigue hacer crecer los apoyos a su partido debido a la fracturación del centro derecha. El PP va perdiendo en favor de Ciudadanos y Vox. La conjunción de los tres partidos junto a Navarra Suma sigue dando 164 escaños. A doce asientos de la mayoría absoluta en el Congreso.
Por su parte, el PSOE, con 139 escaños, y sólo Podemos (con 27), tampoco alcanzaría la mayoría necesaria aunque luego tenga todas las posibilidades de pactar con los secesionistas. La izquierda populista se quedaría con 166 escaños. Dos más que el centro derecha. De ahí que Sánchez haya intentado pescar en aguas de Podemos y, con más codicia, en el terreno de los votos desconfiados de Ciudadanos. Con esos dos escaños de diferencia entre los dos bloques, Sánchez trata de desempatar para no tener que recurrir al apoyo que los independentistas catalanes ya le han brindado, incluso desde la cárcel.
Pero estamos hablando de sondeos. A partir de hoy ya no se podrá publicar ninguno. Justo cuando los candidatos se enfrentan a la semana más decisiva de la campaña. No sólo porque gran parte de esa bolsa de indecisos se define en el último tiempo de la cita electoral sino porque van a tener lugar los dos debates en televisión de los que pretendía huir Pedro Sánchez.
Su torpe maniobra, pretendiendo utilizar la televisión pública después de haberla despreciado en un principio para acomodar los debates electorales a sus intereses, ha dado un volantazo a la campaña. Sánchez tendrá que ir a la defensiva a esos debates en donde ya no estarán las «tres derechas», cómo habría sido su deseo. Tendrá que responder sobre las preguntas que su ministra Montero eludió pronunciarse en un debate anterior: Los indultos , las naciones de España, el referéndum sobre la independencia de Cataluña.
No es casualidad que en Cataluña, el PSC de Iceta siga subiendo. El discurso socialista con concesiones al nacionalismo está recogiendo sus frutos. La frase de Meritxell Batet «imponer sólo la Constitución a quienes lo rechazan no es la solución» fue muy bien acogida en los círculos que esperan que Sánchez se avenga a celebrar un referéndum sobre la independencia. Ese será su punto débil en los debates televisivos de una campaña rota y desviada.