EL CORREO 10/03/14
TONIA ETXARRI
· El PP deberá tener un plan global para Euskadi que, hoy por hoy, se desconoce
Arantza Quiroga llegó tan ‘tocada’ al Kursaal que el congreso sólo la ratificó con un 72,8 % de apoyos, –según los datos oficiales– y en medio de disculpas y despedidas no quedó en el ambiente un mensaje político claro de quien deberá conducir al PP vasco durante los próximos años. No trazó su proyecto como líder de un partido que está en la oposición y debe presentarse como alternativa al nacionalismo. Ni siquiera un titular. Al menos una pista. Aparte de pedir perdón por no haber sabido medir los apoyos ni preparar a conciencia los tiempos precongresuales, la sucesora de Antonio Basagoiti sólo habló de lugares comunes. Ante una fría militancia que la había castigado con un 27,2% de votos en blanco, dijo tomar nota de la fuerte contestación y pidió apoyo para lograr un partido fuerte y unido. Y eso fue todo. Tan preocupada por restañar las heridas provocadas por el clima de desconfianza que ha reinado en la pelea por el nombramiento de la nueva dirección, no aclaró el rumbo que quería marcar en el GPS de un partido que ha ido perdiendo fuelle y fuerza electoral en la última década en el País Vasco. Hablaba de nuevos retos, ¿cuáles son?
De este congreso del PP, Arantza Quiroga, confirmada como presidenta pero debilitada como líder, ha dejado una impronta de resistencia a las presiones (se ha salido con la suya al nombrar a una persona de confianza como secretaria general) pero deja un campo abierto de incertidumbres hacia ese centro difuminado que no acaba de concretar.
Sin complejos para pactar y sin perfil claro como jefa de un partido de oposición al PNV, en estos meses se le han oído más pronunciamientos críticos en el caso de corrupción de Luis Barcenas que en la incómoda situación que provocaron en su partido las excarcelaciones exprés de los presos de ETA beneficiados por la anulación de la ‘doctrina Parot’. Por ejemplo.
Protagonizó algún enfrentamiento con algunas víctimas del terrorismo como la familia de Gregorio Ordóñez porque no estaba dispuesta a que nadie pusiera en cuestión la fortaleza del PP frente a los tics antidemocráticos que siguen mostrando los herederos de Batasuna en las instituciones. Por eso tiene a gala mantener su rechazo a participar en la ponencia de paz del Parlamento vasco mientras EH Bildu no acepte deslegitimar el terrorismo de ETA, tal como reclamaba este fin de semana la Fundación Fernando Buesa.
Pero el PP de Arantza Quiroga tendrá que tener un plan global para Euskadi que, hoy por hoy, se desconoce. Bien lo sabe su antecesor Antonio Basagoiti, que se desplazó desde México para asistir al congreso, y observaba el cónclave con cierta tristeza, lamentándose en privado que, en este tipo de congresos, suele haber «mucho enredador».
Y los enredos, después del congreso, siguen enmarañados en el nudo gordiano de las rencillas entre quienes no se sienten reconocidos y quienes les cuesta bajar un peldaño desde su atalaya para escuchar a los afiliados. Los que conocen bien a Arantza Quiroga suelen decir que sólo se deja aconsejar por un par de dirigentes veteranos de reconocida trayectoria y que «no se deja ayudar». La presidenta del PP quería formar su equipo. Para evitar, entre otras cosas, que se vuelvan a producir desdichados episodios como el del ‘puenteo’ que sufrió por parte de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría cuando, de la mano de Alfonso Alonso, se reunió con el PNV, en el País Vasco sin haber contado con ella en ningún momento.
Obsesionada con liberarse de la ‘tutela’ de Madrid, ha puesto a Alfonso Alonso en su sitio, cortocircuitando su ‘línea caliente’ con la dirección del PP vasco. Pero, de sus movimientos precongresuales, lo que ha quedado patente ante toda la afiliación, es que tenía más obsesión por desembarazarse de Iñaki Oyarzábal (el hombre de Alfonso Alonso en Euskadi) que de presentar un equipo alternativo que, de entrada, no lo tenía.
Las disputas territoriales siguen latentes porque los alaveses, por el hecho de ser el único territorio con poder institucional, en la Diputación y el Ayuntamiento de Vitoria, creen que deberían ser tratados con doble reconocimiento. Por lo menos. Los vizcaínos, aunque divididos, satisfechos al ver a una activa Nerea Llanos de ‘número dos’. Y los guipuzcoanos, con la sensación de que «falta partido» en el territorio gobernado por EH Bildu.
Y cuando hay rencillas territoriales y peleas por los cupos (como suele ocurrir en los congresos de tantos partidos) hace falta tener mucha sensibilidad para que salgan fortalecidos los equilibrios. A Quiroga le costará mucho recomponer esa unidad que reclamaba. Pero, sobre todo, tendrá que señalar un rumbo del que, de momento, sólo ha dado unas coordenadas tan genéricas que muchos populares vascos se temen que la velocidad sea tan lenta que vayan por detrás de los acontecimientos.
¿Qué significa un partido rebelde y sin complejos? Y con el debate sobre el derecho a decidir que, sin duda, se abrirá en breve plazo en Euskadi, ¿qué piensa hacer el PP? Con la ponencia sobre el nuevo estatus a punto de crearse, ¿ha empezado ya a tomar nota Rajoy o, de momento, sólo está concentrado en el desafío del nacionalismo catalán?
Tiene una papeleta difícil. El PNV con un perfil más ecléctico. El PSE ocupando el lugar de socio comprensivo y EH Bildu haciendo virguerías para blanquear su pasado. Descartado el rol de un PP duro de la época Oreja- San Gil, vistos los resultados electorales del PPpop, tendrá que reinventar el espacio del centro constitucionalista en Euskadi.