Ningún candidato admite la fórmula de un gobierno entre jeltzales y socialistas, pero la campaña comenzará con la sombra de esa certeza. La plataforma ‘Hemen Ibarretxe’ surge para contrarrestar las dudas en un electorado cansado y sin referentes.
No lo tiene fácil el PNV en la campaña. Pero los nacionalistas creen que ganarán. Por poco margen. Así de seguros se muestran cuando quedan tan sólo cuatro días para que se inicie oficialmente la carrera a Ajuria Enea. La campaña del PNV está siendo tortuosa. No es fácil presentarse como adalid de la renovación cuando se lleva dirigiendo los destinos de los vascos desde 1980. Por eso, esa aparente seguridad contrasta con iniciativas de apoyo como la plataforma ‘Hemen’ rescatando del olvido antiguas personalidades del nacionalismo en una curiosa combinación de políticos jubilados, ex diputados críticos en su día y un amplio casting del mundo del deporte.
Quizás con otro candidato que hablara menos de diálogo y que lo practicara más con los diferentes, se podría encandilar al electorado sin necesidad de ‘ganchos’ de última hora. Pero como el lehendakari no se parece en nada a Obama por mucho que se ponga a repetir el «nosotros sí podemos», cualquier ayuda es buena para el convento. Urkullu sabe que no tiene buen candidato. Que Ibarretxe no está en condiciones de renovarse a sí mismo cuando la idea del cambio en Euskadi se repite como un ‘mantra’ por parte de los demás partidos. Tanto es así que ¡ironías de la vida! hasta sus propios socios de Ejecutivo, después de haber gobernado ocho años en Ajuria Enea, se han apuntado a la corriente.
Tanto EA como el partido de Madrazo hablan del cambio. ¡Quién se lo iba a decir al PNV! Lo cierto es que 28 años de gobierno dan para mucho. Generan hartazgo, como es natural, como reacción comprensible al clientelismo acomodado, a los eternos subvencionados, a la opinión acrítica. De ahí que Urkullu, que se presentó en Madrid la pasada semana ante empresarios, políticos y periodistas, dijera, al referirse a que su partido llevaba mucho tiempo gobernando: «¡Como si tuviéramos algún pecado!». Y arremetía contra Patxi López porque reconocía que a estas elecciones sólo concurren dos proyectos, el del PNV y el de los socialistas; todo lo demás son siglas perfectamente asimilables a uno de los dos grandes partidos.
Una afirmación que, sin embargo, entraba en contradicción a la hora de referirse a los debates ‘cara a cara’ en televisión. Porque si tan sólo se llevan tres escaños de diferencia entre el PSE y el PP, no tiene sentido, defendía Urkullu, dejar fuera del debate a Antonio Basagoiti. ¿No habíamos quedado en que se presentaban sólo dos grandes proyectos? En fin, que todos son trucos para intentar salvar la piel en momentos difíciles. La crisis económica, que también está afectando, aunque en menor medida, a Euskadi, especialmente a la industria auxiliar de la construcción y de la automoción, perjudica más al Partido Socialista que es quien gobierna en España, que al Gobierno vasco.
No por casualidad Urkullu insiste en la capacidad de gestión de los ejecutivos nacionalistas. Pero no basta con el discurso económico. De ahí que la plataforma ‘Hemen, Ibarretxe’ les haya venido de perlas. Porque los ciudadanos que se han apuntado a echar una mano al PNV son de sobra conocidos. La plataforma surge para contrarrestar las dudas de un electorado cansado y sin referentes. Que el entrenador Clemente, o el navegante Unai Basurko se hayan implicado en esta plataforma no ha extrañado a nadie. Como el ex diputado general de Vizcaya, Jose Alberto Pradera. Más ha llamado la atención el papel del ex vicelehendakari Mario Fernández, o la ex diputada de EA, Jasone Iraragorri. Los dos fueron afiliados de EA, con Carlos Garaikoetxea y, con las vueltas que da la vida, se han reubicado en la plataforma de apoyo al PNV. El ex vicelehendakari, uno de los políticos más brillantes de todos los gobiernos vascos desde 1980, quizás haya tenido tiempo durante todos estos años de retirada de la vida pública de haber aprendido euskera.
De cualquier forma, seguro que sus explicaciones sobre «los de aquí» y «los de fuera» generarán menos crispación que la del propio candidato. Urkullu insiste para defenderse de la acusación de su incapacidad para crear gobiernos plurales: «Que nos mencionen un solo acuerdo entre diferentes que no haya sido liderado por el PNV». Y tiene razón. Sobre todo cuando gobernó Ardanza, porque en las legislaturas de Ibarretxe no se podía decir de sus dos socios que fuesen diferentes. De EA por razones obvias. De Madrazo porque ha terminado abducido por el PNV (ésa es una de las acusaciones formuladas por los dirigentes críticos de EB).
Tiene razón Urkullu. La pregunta es: ¿Y ahora estaría dispuesto el PNV a volver a gobernar con el Partido Socialista? Parece una pregunta recurrente. Inofensiva, incluso. Pero provoca sarpullidos entre los candidatos. En el PNV, porque no quiere admitir que van a necesitar a Patxi López . En el PSE, porque insiste en que va a ganar y, en principio, sólo gobernará si es lehendakari su secretario general. Sólo Basagoiti teme que esta fórmula sea posible. Y la teme no sólo porque desplazaría al PP sino porque la imagen de la alternancia perdería fuerza.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 9/2/2009