EDUARDO TEO URIARTE – 20/03/16
· La razón por la que Pablo Iglesias podía dar el pego de conocimiento, saber de política, de filosofía y de literatura, es que los que tenía enfrente en las tertulias televisivas, políticos asentados y periodistas farfulleros, tenían todavía menos idea que él. Que cuando al final admirados intelectuales como Félix de Azua, Andrés Trapiello, o Vidal- Folch, le acusan acertadamente de ignorancia no son muy justos, porque enfrente lo son todavía más.
Porque enfrente han sido incapaces de rebatir la sarta de mentiras o medias verdades, errores de mala fe, o salidas de mal sofista, que el de la Tuerka enarbolaba. Incluso tras insultar a los socialistas con osadas propuestas de gobierno, o la cal viva de González, que éstos sigan insistiendo en pactar con él demuestra un atractivo excepcional por parte del joven líder o una pérdida de sentido de los otros. Es evidente que Iglesias ha llegado hasta aquí, como casi siempre en la política española, por incompetencia de sus adversarios.
Otra cuestión es el gusto con el que determinadas cadenas de televisión lo exhibían. El chico, predicador populista, y sin adversarios de talla que lo silencien, vende esa mercancía que es la tele sucia de hoy en día. Ha habido favor por parte de determinados medios de usarlo en provecho de ambos, cosa grave. Pero mucho más grave es el comportamiento de aquél estratega de la derecha que se le ocurrió que había que promover al estrellato a Podemos para socavar al PSOE. Luego, más tarde, posiblemente el mismo estratega, rotos todos los frentes, acabó decidiendo la guerra sin cuartel a Ciudadanos para que no le arrebatasen al propio PP más votos.
El resultado de esta estrategia digna de un genio del desastre fue que el PP ganase las elecciones pero tan pírricamente que perdió el poder, ganándose, por demás, la inquina a los que hoy llama a un gobierno sensato formado por el PP-PSOE-C’s. Al final no tiene el PP a Ciudadanos para gestar una mayoría conservadora-liberal, el PSOE no quiere hablar con él, y Podemos ha tenido un resultado brillantísimo.
Si Rajoy hubiera sido francés se hubiera apellidado Maginot. Se ha dedicado teniendo un enorme ejército de votos a tender una pasiva línea defensiva basada en la revitalización económica cuando la sociedad y sus expresiones políticas se movían vertiginosamente. Lo cierto es que frente al movimiento de los demás su defensiva, o pasiva, apuesta fue superada por todas partes, malgastando su inmenso caudal de votos, e incapacitado para cualquier movimiento cegado en la defensa. Frente al enemigo en movimiento hay que mover también los propios recursos, pero eso exigía un esfuerzo político e imaginativo que no alcanzaba el hombre del Marca. Su frase “nunca me rendiré” da una idea de su concepción de resistente, cuando la opinión pública la observa como un lamento de impotencia.
Mientras, ese héroe del naufragio electoral, Pedro Sánchez, insiste en acordar con su peor enemigo. Podemos, la fuerza designada por la crisis, no tanto para acabar con la derecha, el liberalismo y la globalización, sino con el auténtico legitimador y sostén del sistema (según la teoría del izquierdismo) que es el socialismo. No se entera, Pedro, como Rajoy, tenía que haber venido a la política sabido, pero se acerca hasta a Tsipras, ejemplo de gestión política, para que interceda por el pacto de Pablo con él: “Alexis tráeme a mi peor enemigo”. Afortunadamente para el socialismo su peor enemigo no parece dar el paso.
Los que vienen sabidos, más de buena voluntad que de política, es Ciudadanos, cuyo brillante líder y cuadrilla dirigente gozan, o eso parece, de cierta aureola de conocimiento y de regeneración. Pero a la hora de pactar tan temprano con Sánchez, entre otras razones porque Rajoy se emboscó en el bunker y se quitó de en medio para la investidura, se han quedado a verlas venir, incapaces de hacer eso tan normal que es hacer un gobierno entre los demócratas para que se sostenga la democracia, la Constitución, y no vuelva a quebrar al economía.
Una pena, si fue grave que en la República de Weimar, o en la española, no hubiera republicanos, y así cayeran, no deja de ser semejante que en la democracia española por causa del sectarismo partidista haya dejado de haber demócratas, y así ésta acabe cayendo. El descubrimiento de la responsabilidad ante el sistema, de los que pongan por delante los intereses generales que las siglas del partido, era la asignatura pendiente que parecía no reconocer Ciudadanos en los demás. Situación que conocieron perfectamente en Cataluña, pero que no esperaban se fuera a dar a nivel de España. Pues qué creía Rivera, o acaso no era esa la causa por la que se daba en Cataluña la secesión: el desencuentro entre las fuerzas constitucionalistas en Madrid.
Y si Iglesias hubiera sido francés se hubiera apellidado Guillotin. En su día ya hizo un discurso en el que ensalzaba el valor simbólico de tan macabro instrumento, días en los que la citó como el instrumento que acabara con la monarquía francesa. De lo que se olvidó de citar es que aquel mismo instrumento, en las ansias depuradoras y búsqueda de virtud revolucionaria, acabó con casi todos los promotores de aquella revolución, precisamente de los que la pusieron en funcionamiento.
Los mismos que la promovieron (se salvaron Fouché y Talleyrand que fueron unos supervivientes oportunistas sin principios, y Marat que lo asesinaron) acabaron bajo ella, que es lo mismo que nuestro líder está aplicando a los compañeros que les molesta mediante consecutivas purgas. Para acabar él, el líder del amor y el beso, finalmente también purgado. Y es que las víctimas más indefensas de las revoluciones populistas, demasiado pronto se ha visto en Podemos, suelen ser sus iniciadores. Lo que ocurre es que los últimos en querer ver la realidad política son los que la protagonizan. Por eso hay que venir sabidos de casa.
Eduardo Uriarte Romero