- Para una parte de España inmensamente mayor de lo que tú y Bolaños podáis imaginar, los valores son más que palabras. Los valores se demuestran cuando defenderlos es difícil
No es que me haya vuelto anarquista, aunque todo liberal comparte algo con el ácrata, por poco que sea. Esa desconfianza hacia el Estado, tan saludable, que como todos los nutrientes y minerales no debe pecar de exceso ni de defecto. Solo que esto de aquí y ahora se escapa de los moldes teóricos para arrojarnos a la más sórdida concreción imaginable: el sanchismo en su fase golpista. La libertad, Sánchez, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos. Pregúntale a Bolaños quién lo escribió, y que él se lo pregunte a Lastra. Pero vamos, que te quedes con esto: tú te puedes reír de los valores todos, tú te puedes descojonar de lo más sagrado porque en tu vida de chulapo no te has encontrado todavía con quien lo sea más que tú. Hasta ahora. Resulta, alzado, golpistón, espadín de madera, adelantado de los pronunciamientos posmodernos, que para una parte de España inmensamente mayor de lo que tú y Bolaños podáis imaginar, los valores son más que palabras. Los valores se demuestran cuando defenderlos es difícil. Cuanto más difícil, y cuanto más te empeñas en defenderlos, más reales son los valores. Tú careces de ellos y te va a parecer ciencia ficción, cuento chino, una cosa así como tu tesis. Lo sé, lo sé, pero retén esto: no vas a sojuzgarnos, no vas a arruinar la convivencia, no vas a triunfar por muchos gargarians que fabriquen a tu servicio un país imaginario donde tú eres progresista y avanzado y los defensores de la división de poderes, de la independencia del Poder Judicial y del principio de igualdad ante la ley somos la reacción de extrema derecha.
En todo caso, los gargarians, con sus artefactos que ya no son diarios, ni son independientes, ni son de la mañana, ni son del mañana, nos impresionan más bien poco. A Bendodo y a Moreno, quizá. En general, cuando tú y los tuyos estáis contra algo, ahí, en ese algo, está la virtud. O sea, id inventando hordas de fascistas atacando casas del pueblo. ¡Ahí está la virtud! No son hordas sino ciudadanos pacíficos (penetrados aquí y allá con algún marlasco); no son fascistas sino demócratas, y no son casas del pueblo más que en el rancio lenguaje de un PSOE que más te valdría no evocar, dada su historia sanguinaria y… ¡golpista! Qué casualidad, como en el 34. Con esto doy por acabado cualquier intento de aclaración, sería absurdo meterse en una fábrica de intoxicaciones a sacar agua clara. Habría que filtrar demasiadas excrecencias. Tus mensajes son zurullos cubiertos de chocolate blanco. Tus planes para España, una zahúrda con luces de discoteca macarra. Como tú.
Hay que ver este Girauta, recurriendo a los insultos. Pues eso no es nada, Sánchez. Prepárate para el capítulo siguiente, que mi libertad, como la de los míos, la defenderé, literalmente, a cualquier precio. Igual que la España que se te viene encima. ¡A las barricadas!