No está demostrado que el Gobierno maniobre para que Sortu pueda presentarse a las elecciones, y parece que la lucha contra ETA no ha aflojado lo más mínimo. Pero si el partido del Gobierno agarra los autos del Supremo por los votos discrepantes, ¿no será admirable que las víctimas le den una lección de respeto a las instituciones al aceptar la resolución en sí misma?
Cuando las asociaciones de víctimas del terrorismo dieron a conocer su convocatoria de manifestación para esta tarde en Madrid, el Tribunal Supremo no había emitido aún su resolución denegatoria de la inscripción de Sortu en el Registro de Partidos Políticos. «Por la derrota del terrorismo, ETA fuera de las elecciones».
Pronto empezaron a oírse voces contra la manifestación y no solo las provenientes del bando nacionalista. La más alta autoridad de la comunidad autónoma vasca manifestó el pasado 26 de febrero su posición contraria a la manifestación de hoy. Patxi López consideraba que la movilización estaba «mal enfocada» porque buscaba condicionar la decisión que deberían adoptar los magistrados. Es curioso que las dos movilizaciones multitudinarias que la izquierda abertzale convocó los días 19 de febrero y 2 de abril a favor de la legalización por las calles de Bilbao, no merecieran un comentario análogo.
Como es cosa sabi da, el pasado 23 de marzo, el Tribunal Supremo emitió un auto en el que denegaba a la nueva marca de la izquierda abertzale su inscripción en el registro y, por tanto su participación en las elecciones municipales de mayo. A tenor de los hechos parece que el TS supo mantener su independencia ante la presión que podía suponer la primera marcha abertzale y no parece que la demostración no realizada todavía del poder de convocatoria de las víctimas pudiera mover su ánimo.
No es improbable que las acusaciones de presión se renueven, pero convirtiendo al Constitucional en el objeto de las presiones por parte de las víctimas. ¿Trata la izquierda abertzale de ejercer presión ahora sobre el Constitucional? Pudiera ser, pero hete aquí que en vísperas del hecho, los socialistas vascos tratan de marcar distancias con el socio preferente, aunque sin tensar demasiado la cuerda no la vayamos a liar. El procedimiento es el de siempre: cuando el Bautista Eguiguren hace sus enunciados son ‘cosas de Jesús’, ‘ya sabéis cómo es’ y otros etcéteras que no son del caso, pero unas semanas después todo el partido transita como un solo arado por el mismo surco. Así nos enteramos de que el partido del lehendakari, por medio de portavoz autorizado, explica que «comparte más» los votos discrepantes de la minoría que la resolución del Supremo sobre Sortu. Creo que no está en absoluto demostrado que el Gobierno y el Ministerio del Interior estén maniobrando para que Sortu pueda presentarse a las elecciones de mayo, pese a las declaraciones de los socialistas vascos. Sí creo en lo hechos y parece que la lucha contra ETA no ha aflojado lo más mínimo. Compárese esto con el caso De Juana durante la negociación. El hecho de que este Gobierno haya mentido con largueza no le incapacita para decir la verdad, como es perfectamente verosímil que las actas de ETA sean veraces cuando así le interese a la banda. La presencia o no de Sortu el 22 de mayo será, en mi opinión, la prueba del nueve. Mientras tanto, ¿quién puede discutir a las víctimas del terrorismo su derecho a exigir que los amigos de los victimarios no vayan a los ayuntamientos? Si el partido del Gobierno agarra los autos del Supremo por el asa que no quema, por los votos discrepantes, ¿no será admirable que las víctimas le den una lección de respeto a las instituciones al aceptar la resolución en sí misma? Y además, por si acaso; tienen derecho a ser desconfiadas.
Santiago González, EL MUNDO, 9/4/2011