Teodoro León Gross-ABC

  • Fiscalía, Tribunal Constitucional, RTVE, CNI, INE, Renfe, Correos… Esto sí que es un retrato de la degradación institucional como difícilmente se podrá encontrar en otra democracia occidental

La última humorada del sanchismo es santiguarse escandalizados por la decisión de Ayuso de plantar a Sánchez. «¡Escándalo institucional! ¡Escándalo!» claman como ursulinas sonrojadísimas que se hubiesen equivocado en el cine entrando a una sala X. Al parecer, a los socialistas les resulta insoportable la contemplación de una actitud tan desvergonzada como ésta de la presidenta madrileña. Pero ni siquiera en su faceta de clérigos ‘woke’ resulta creíble. De todos los argumentos salidos de Producciones Moncloa, la factoría de marcos informativos de Presidencia del Gobierno con Bolaños al mando, pocos tan chuscos e hilarantes como ese «gravísimo» atentado de Ayuso a la institucionalidad. Como diría el castizo, hay que joderse y agarrarse para no caerse. Lo de Sánchez dando lecciones de institucionalidad equivale a Trump ofreciendo un curso de buenas maneras.

Pilar Alegría, en el obsceno mitin semanal de Moncloa tras el Consejo de Ministros, calificó además lo de Ayuso de «absentismo laboral». ¿Cómo calificaría entonces los cinco días en los que Sánchez se fugó de su cargo sin renunciar al sueldo y la casa palaciega? ¿Cómo calificaría los desplantes de sus socios catalanes o vascos al Jefe del Estado o a la Conferencia de Presidentes? No consta ninguna. Pero esto es sólo una anécdota del cinismo hipócrita que se gastan. Lo de Ayuso podrá parecerte absurdo o coherente, conveniente o impropio, fallido o certero, pero no da ni por asomo para los insultos de un ministro tras otro contra ella a puros estacazos goyescos. Sencillamente Moncloa tiene lo que buscaba: tensión polarizadora.

La institucionalidad, un atributo básico del Estado de derecho, se define en la calidad del tejido político-administrativo a partir de la división de poderes. Nada más lejos del sanchismo, que ataca a los jueces con la retórica ‘puigdemoníaca’ del ‘lawfare’ y apuesta por gobernar sin el legislativo. A las Comunidades las ningunea, salvo que las necesite. Al presidente andaluz tardó tres años en recibirlo. Como para dar lecciones. Ahora acaban de asaltar el consejo de RTVE, lógico para quienes han convertido el CIS en un chiringuito de partido, y han puesto ministros en el Banco de España, en el Consejo de Estado, en el TC, en la Fiscalía General antes de sustituir el original por una mala copia, y además en Paradores o Hispasat, en un puñado de embajadas, y suma y sigue con secretarios de Estado y otros altos cargos en el CNI, el INE, Renfe, Correos, EFE… Esto sí que es un retrato de la degradación institucional como difícilmente se podrá encontrar en otra democracia occidental. Añádele después casos de corrupción a gran escala, como lo del «número 3» del primer sanchismo con sus diversas tramas, y corrupciones de andar por casa como Begoña Gómez en Moncloa, entre contrato va y ayuda viene de empresas al albur de su marido. ¿Lecciones de institucionalidad del sanchismo? Qué cosas. A otro perro con ese hueso. A otro Perro Sanxe al menos.