Llegar a lehendakari con los votos parias de los populares para hacer después política de acuerdo con los nacionalistas se me antoja empeño tan ambicioso como lejano.
Ha conseguido usted, admirable señor López, una hazaña notable al alcanzar la representatividad más alta que su partido haya tenido nunca en el Parlamento vasco. Tiene razón al recordar al partido-guía que no acepta amenazas, y que «el país no es suyo». Es más discutible su advertencia de que «no es tan malo estar en la oposición». Créame, Patxi, en política es lo peor.Si no me cree, pregúnteselo a su amigo Touriño, que tiene la experiencia en carne viva.
No ha sido usted muy explícito sobre sus proyectos, salvo en su anuncio de «yo quiero ser lehendakari», estribillo que cantaban Derribos Arias en los 80. Soy muy partidario de que consiga su propósito por dos razones: la bondad intrínseca de la alternancia y mi convicción de que los errores políticos deben pagarse en la oposición.
Me parece, pues, irreprochable su ambición, aunque algunos pormenores de su plan director se me escapan. Debería negociar con sus apoyos potenciales. La democracia es más contrato de desconfianzas que cláusula de adhesión. Thomas Hobbes puso una sentencia de Plauto como piedra angular del Leviatán: «Homo homini lupus (El hombre es lobo para el hombre)». De ahí la desconfianza, la necesidad de que la política no tenga como base la fe ciega en los dirigentes, sino la negociación y el pacto. Los 14 escaños que pueden darle la Presidencia (PP+UPyD) le ven a usted con mejores ojos que a Ibarretxe, es evidente. No debe tomarse a mal que quieran conocer sus intenciones, su programa de gobierno. Si no van a tocar ningún instrumento, es más lógico aún que estén interesados en ayudarle a componer la partitura.
Puede que usted conceda al PP la Diputación de Alava a cambio de su apoyo. Le comprendo. Todos hemos regalado a nuestra pareja algún libro que teníamos muchas ganas de leer, y ser lehendakari con las tres diputaciones en manos del PNV sería un gesto de arrojo próximo a la temeridad.
La airada reacción del PNV anuncia que no va a renunciar a la Lehendakaritza, cosa normal; después de todo, Ibarretxe ha ganado las elecciones. Tampoco creo que le vayan a bastar cinco meses de catarsis para pactar después con ustedes un Gobierno o un acuerdo de legislatura. Ahora mismo tienen un mosqueo extraordinario, y no me vaya a comparar la memoria de los jeltzales para el agravio con la de Artur Mas. Sus meritorios 24 escaños son poca base para una legislatura tan bronca como la que se adivina.
Llegar a lehendakari con los votos parias de los populares para hacer después política de acuerdo con los nacionalistas se me antoja empeño tan ambicioso como lejano.
Tampoco es deseable. La transversalidad que busca entendimiento entre dispares no es con el PNV; a nadie consideran ustedes tan ajeno como al PP. El único frentismo es el que les ha llevado a entenderse con cualquiera para expulsar a la derecha del ámbito de los acuerdos. Muchas cosas importantes, como la libertad, dependen de su capacidad de acierto, Patxi. Comprenderá que le desee suerte y que le anime a darse prisa. El dinosaurio que dejamos estabulado al empezar la campaña ha tenido 154.058 parados más, hay asuntos graves que nos aguardan y no estamos para perder el tiempo.
Santiago González, EL MUNDO, 3/4/2009