TONIA ETXARRI, EL CORREO 05/02/14
· Se adelantará el debate sobre la consulta soberanista de Artur Mas en el Congreso de los Diputados y alcanzará de lleno al núcleo de la contienda electoral de los próximos comicios europeos. Independientemente del calendario, la petición del Parlamento catalán para que el Estado delegue en la Generalitat la capacidad de celebrar su referéndum ha tenido una proyección europea desde los inicios de la polémica. Desde el primer asalto de este partido en el que Mas se empeñaba en decir que una declaración unilateral de independencia no tendría por qué suponer romper lazos con la Unión.
El debate en el Congreso, que no presentará sorpresas desde que el PSC oficial emergió de su mar de dudas, rechazará la petición de CiU, ERC e Iniciativa por más del 80% de los votos de la Cámara. Mientras Artur Mas decide si sus siguientes pasos le conducen por la misma senda que recorrió Ibarretxe hasta la convocatoria de elecciones con carácter plebiscitario, veremos muchas dosis de demagogia y victimismo intercaladas, cabe esperar, con algo de pedagogía, que tanta falta hace.
Los socialistas quieren mediar. Sus representantes con más capacidad de persuasión (el expresidente Felipe González con la carga de su experiencia y la líder andaluza Susana Díaz) acaban de pisar la arena del debate catalán. Y Artur Mas los recibe a todos. Con la misma distancia con que estrecharía la mano a un holandés o a un ruso. La Unión Europea aprovecha la mínima ocasión para trasladar a los gobernantes españoles su preocupación ante los brotes secesionistas de Cataluña, mientras en La Moncloa manejan encuestas que les dicen que el apoyo a la independencia, sin garantía de permanecer en la UE, no rebasaría el 35%.
En el ‘cara a cara’ televisivo entre Artur Mas y Felipe González se plasmó el «choque de trenes» entre dos conceptos contrapuestos. Una pugna de soberanías. El expresidente del Gobierno, que tiene todo el Estado en su cabeza, que podría recitar la Constitución con los ojos cerrados y es, de todos los dirigentes que ha tenido el PSOE, el único con la suficiente autoridad moral y clarividencia en esta cuestión, como para recordar que una parte del todo no puede decidir por su cuenta sin que el todo se pronuncie –«tengo tanto derecho a decidir como el presidente Más», dijo– se encontró enfrente a un nacionalista que, por serlo, no se considera «parte» del Estado. Y ahí se produce el empate infinito.
La dirigente andaluza habla de «integrar a todos «. Un objetivo en el que no parece muy interesado Artur Mas, centrado en acabar con la permanencia de Cataluña en España. Para evitar ese choque, Susana Díaz propone una vía de diálogo y consenso. Pero no hay cambio de Constitución que convenza a quienes persiguen la declaración unilateral de independencia. El crítico socialista García Santesmases dejó escrito que la idea del zapaterismo de que no habrá conflictos que no se puedan superar si operamos con voluntad y talante democrático era errónea. «Los hechos han demostrado que aquella creencia era infundada». El único cambio de vía posible se llama legalidad. No hay otra. Por mucho que comiencen un diálogo hasta el amanecer. Alguien le debería contar la historia a la dirigente andaluza. Quizás, el propio exlehendakari Ibarretxe.
TONIA ETXARRI, EL CORREO 05/02/14