Resulta que Pedrito Aragonés, a la sazón gestor de este camarote de los hermanos Marx que llamamos generalidad coge y se va al Senado. Él dice que a explicar la cosa de la amnistía, el referéndum y tal. Esta ha sido la crónica de los hechos: con la valentía y arrojo que caracteriza a los separatas, llegó el hombre, se marcó un speech de diez minutos y, con las mismas, se marchó del Senado más ancho que largo. Ay señor, este ignora que si hay que ir, se va, pero que ir por ir es tontería. Decía el líder Herrera en su programa que el muy honorable, inarrugable y sin necesitar plancha presidente catalán iba dar un mitin, a ver si así le quitaba protagonismo al de Waterloo y, hombre, quieras que no, Perico el de las esteladas sabe que aunque sea para hacer el ridículo los medios recogerán las barbaridades que suelte.
Claro está que aquello ni era una sesión seria ni podía serlo por más que el PP, que tiene mayoría en la Cámara Alta, lo pretendiera. De entrada, los presis autonómicos sociatas, esos que tanto discrepan sin mover ni un milímetro sus culos de las poltronas, declinaron asistir. Por otro lado, Aragonés no se quedó a escuchar lo que pudieran decirle sus homólogos del resto de CCAA y debatir su propuesta. Ambas cosas tienen el mismo leiv motiv: ¿pa qué, pa cagarla? Con lo cual, el presidentín nos ha dejado con lo del referéndum a la escocesa, la amnistía, el déficit fiscal, el 155 o Rodalíes, cercanías, argumentos que tienen más años que la Tana y, francamente, no movilizan ni a los más cafeteros del mundo indepe donde empieza a consolidarse una idea muy concreta: Amb aquests no farem res, con estos no haremos nada. A este hombre no es que le venga grande el cargo, es que le vienen largos hasta los pantalones y debe usar, presumiblemente, la talla cadete. Además, a ver quién tiene pelendengues de quedarse allí, como el respeto a las instituciones y la buena crianza prescribía, y tenérselas que haber, por poner un caso, con esa Ayuso que, sin necesidad de tenerlo presente, le ha dado más revolcones que al Platanito, ninguneándolo de manera feroz, implacable, con esos ojos que podrían detener a un cuerpo de ejército con solo mirarlo. Y como mi María Isabel es más lista que los ratones coloraos, ¿qué ha hecho? Pues hablar de Puigdemont, de Sánchez, de Condemor-Pumpido, de Page e incluso de Felipe.
O sea, que Aragonés se ha visto sin rumbo y en el lodo, como en el bolero, porque no hay nada peor que ir a provocar y que no te haga caso ni el Tato
Pero más allá de que haya ido a marcarse su minutito de gloria para decir “Aquí estoy yo” y ponerle los dientes largos a Cocomocho, se comenta en los mentideros de Madrid la verdadera razón que subyace tras este viaje. Según una versión, lo que quería Aragonés era comerse un cocido de tres vuelcos en Lhardy y se ha montado este quilombo para disimular. Otros enanitos infiltrados nos cuentan que no, que lo que le apetecía era triscarse un bocata de calamares como Dios nada. Incluso algunos que dicen estar en el secreto murmuran que Aragonés a lo que ha ido es a sacar entradas para ver El Rey León, que en marzo lo quitan del Teatro Lope de Vega y no quiere perdérselo.
Las tres posibilidades no son excluyentes, a saber, cocido, bocata calamares y Rey León. Otra cosa no parece, porque ERC ya le ha regalado sus votos al monclovita, Illa les apoya en Cataluña y es quien, fundamentalmente, sostiene el frágil gobierno de Esquerra y Aragonés sabe que eso del referéndum a la escocesa suena más a gaita – de momento – que otra cosa. ¿Se lo imaginan pidiendo en La Campana un bocadillo de calamares, pero, si us plau, que se lo hagan amb tomàquet? Servidor se cisca en el fielato y se descuajeringa en el refocile silábico. Ciento treinta seis mil y pico lereles se lleva de sueldo el chiquillo al año pagados por todos. ¿Es o no es arte?