Luis Ventoso-El Debate
  • ¿Es un asunto de interés general que un presidente que va de feminista y anti prostitución disfrutase de pisos familiares comprados con el dinero de la misma?

Imagino que a Feijóo se le inflaron las narices. Con razón. Desde hace doce años, el PSOE se dedica a restregarle unas fotos de hace 30, en las que se le ve en un barco de recreo disfrutando por la Ría de Vigo con Marcial Dorado, hoy un narco condenado.

Las imágenes, de 1995, las publicó por primera vez El País en marzo de 2013, con el claro objeto de ir a por él, debido a su inesperado éxito electoral en Galicia. En mi tierra se da por descontado que fueron filtradas por cargos socialistas locales, que habían accedido al material por un registro a Dorado. Cuando se acercaron las autonómicas de 2016, el mismo periódico repitió la operación con nuevas imágenes de Feijóo y Dorado. De nuevo sin éxito, pues el señalado obtuvo su tercera mayoría absoluta.

¿Estuvo fino Feijóo compadreando con Dorado en su barco y durante un fin de semana por Asturias? No, desde luego. Aunque por entonces Dorado todavía no estaba condenado, ya arrastraba una fama sospechosa en Galicia.

Pero cuando el PSOE y sus medios pintan a Feijóo como un político alternando con un narco faltan a la verdad. En el verano de 1995, Feijóo, de 33 años, no era un político. Era un alto funcionario de la Xunta que no estaba afiliado a partido alguno (quizá incluso todavía votaba al PSOE). Por su parte, Dorado era un supuesto contrabandista de tabaco, al que nunca habían conseguido trincar, y que había diversificado sus negocios bajo una fachada de legalidad.

Un chófer de la Xunta, que andando el tiempo sería destapado como otro hampón del narco, fue quien puso en contacto al funcionario Feijóo con Dorado, presentándoselo como un empresario amigo que tenía un barco en Bayona para dar un garbeo por la ría. El funcionario acude, se caen bien y coinciden alguna vez más. Hasta que Feijóo corta la relación en seco tras leer en la prensa la implicación de Dorado en un caso de narcotráfico.

En 2003, ocho años después del famoso paseo en barco, el juez Taín detuvo a Dorado por tráfico de cocaína y acabó siendo condenado a 14 años de cárcel.

Como él mismo ha reconocido, el hoy líder del PP no estuvo nada prudente. Pero el PSOE ha convertido aquel patinazo, de hace 30 años, en la muletilla inaceptable de que Feijóo es «amigo de los narcos». Y ha habido más: le han montado una campaña con su hermana y han vendido como si fuese el Watergate un simple problema administrativo con un paso de servidumbre en un chalet de su mujer.

Pero el problema de Sánchez es que guarda demasiados muertos en el armario como para lanzarse a morder sin escrúpulos…

…y Feijóo, hasta la zanfoña de las fotos de hace treinta años y las insidias contra su familia, decidió sacar a pasear por el Congreso a uno de los elefantes en la habitación del sanchismo, que todo el mundo conocía y nadie quería citar: Sabiniano Gómez, el padre de Begoña, que junto a su tío Francisco Enrique se forró con negocios de prostitución (léase burdeles y saunas de alterne).

El tema era del dominio público para la prensa y la Policía. De hecho, en el club segoviano del tío Paco –puticlub, si somos precisos– se produjo un caso de coacciones violentas para obligar a una mujer rumana a prostituirse que acabó con condena firme en el Supremo. Pero por no se sabe qué pruritos, se consideraba poco elegante poner encima de la mesa el hecho de que un presidente que va de híper feminista, que aboga por prohibir la prostitución, resulta que está casado con una señora cuya familia vivía precisamente de ese negocio.

El fariseísmo de Sánchez se agrava por el hecho de que, como señaló Feijóo, él mismo se ha beneficiado en cierto modo del negocio del sexo de pago, pues su mujer compró muy joven a toca teja la residencia madrileña del matrimonio en Pozuelo y una vivienda en Mojácar gracias a los dineros del negocio familiar de los Gómez (que era el que era).

Gran debate: ¿Es un hecho privado que el presidente haya disfrutado de propiedades compradas con dinero de la prostitución, o debe abordarse el asunto en la arena política? La prensa internacional y la mayoría de la opinión pública española no tienen duda: el tema tiene un alcance político.

Resulta enternecedor ver a los buenos de los ministros, gente del pelaje dialéctico de Alegría o la ganadería de los Óscar, clamando escandalizados que «se han traspasado todas las líneas rojas». El gimoteo por las ofensas al líder «progresista» se produce al tiempo que llaman narco a Feijóo, o que el inefable Pachi López lo acusa de los muertos de la dana valenciana y de las residencias (si sigue hablando un poco más, el Pericles del Bocho acaba endosándole la bomba de Hiroshima y el terremoto de Lisboa).

Parafraseando a Sánchez: ¿De qué vivían los Gómez? «Pues eso». Y el público tiene derecho a que se abra la cortina farisaica del falso «progresismo».