Bieito Rubido-El Debate
  • El bueno de Juan Gabriel Rufián Romero debutó en la Carrera de San Jerónimo diciendo que en dieciocho meses ya no volvería al Congreso. Lleva la friolera de unos diez años, más de cien meses, y sigue sentado en el escaño

Desde hace tiempo se viene hablando de las dudas que le asaltan a Pedro Sánchez acerca del acierto o no de apoyarse en Yolanda Díaz como lideresa de la extrema izquierda. Sánchez necesita la muleta del conglomerado de partidos comunistas, independentistas, golpistas catalanes y herederos del terrorismo. Sin ellos no podría gobernar. Su aspiración es que en las próximas elecciones las urnas arrojen un resultado con el que pueda repetir la suma Frankenstein de ahora, aunque él, como es habitual, no gane. Se ha dado cuenta, sin embargo, que con Yolanda al frente de la coalición comunista ya no da la suma. Por eso, desde hace meses, se viene hablando de la intención del actual líder socialista de pedirle a Rufián que lidere él ese frente amplio de la extrema izquierda. Entre otras razones, porque Rufián le cae mejor a la gente, a veces hasta dice cosas sensatas y además él quiere quedarse en Madrid. Sus ancestros andaluces actúan de manera atávica y lo fijan en la capital de España, a pesar de presentarse él por un partido independentista.

Algo tiene Madrid que a los políticos catalanes les fascina. Desde Roca i Junyet, pasando por Durán i Lleida y llegando a Rufián, todos, de una u otra manera, se enamoran de Madrid. El bueno de Juan Gabriel Rufián Romero debutó en la Carrera de San Jerónimo diciendo que en dieciocho meses ya no volvería al Congreso. Lleva la friolera de unos diez años, más de cien meses, y sigue sentado en el escaño de las Cortes españolas. Madrid lo ha refinado un poco. Ahora aparece más atildado que en sus inicios parlamentarios, viste mejor y abandonó esos colores oscuros tan queridos en su tierra de adopción, Cataluña.

Su estilo de confrontación directa lo ha hecho popular y en ocasiones hasta dice cosas sensatas, que podríamos firmar los demás. Como cuando manifestó que «el y tú más es como aceptar yo también». O como cuando le recordó a Sánchez, como hacía Fraga con el plato de garbanzos a Felipe González, que «comer tres filetes en una familia media española de tres miembros es un lujo».

Sánchez, que aunque no es ningún lumbreras tiene alguna perspicacia, ha entendido, tras los dislates de Yolanda Díaz, la del «Gobierno de corrupción para largo», que hay que cambiar de muleta y está animando a Gabriel Rufián Romero a que se anime a dirigir el nuevo frente amplio de la extrema izquierda que tanto necesita el sanchismo. Vamos, que ya me veo a catalán de origen andaluz de vicepresidente del Gobierno y ministro de Trabajo. Claro que a lo mejor es todavía más listo y no cae en esa trampa. O no le dejan los halcones de Esquerra. A mí siempre me parecerá bien que un catalán se comprometa en el gobierno de España. En este caso, además, estamos ante un hombre que decididamente se va a quedar a vivir en la capital de la nación de sus padres y abuelos que no es otra que Madrid.

La extrema izquierda está en crisis, el sanchismo se despeña y me da la impresión, sin necesidad de muchas dotas adivinatorias, que Rufián seguirá en el Congreso de los Diputados después de las próximas elecciones, pero en la bancada de la oposición a un Gobierno de centroderecha. Es lo que tiene la sana alternancia democrática.