Pedro Sánchez ha celebrado este domingo el segundo aniversario de su investidura como presidente del Gobierno con un sesgado vídeo compilatorio publicado en sus redes sociales.
Sánchez se ha vanagloriado de que, gracias a su acción ejecutiva, «somos un país que crece más que el resto de las economías avanzadas». Obviando que los incontrovertibles buenos datos macroeconómicos se explican en esencia por el crecimiento poblacional ocasionado por la inmigración.
También se ha anotado como logros el presidente el incremento del salario mínimo y el blindaje de la subida de las pensiones. Lo cual no hace sino revelar la dinámica clientelar con la que afianza el voto cautivo que compone su menguante base social.
Y es sencillamente irrisorio que Sánchez haya reafirmado la «prioridad» concedida por su gobierno a la «vivienda asequible», cuando se trata de la materia en la que más patente se ha hecho la incompetencia de su gabinete.
El acceso a una vivienda es más prohibitivo que nunca, y el alquiler consume una porción cada vez mayor del presupuesto de los hogares. Lo único que el Gobierno ha ensayado para paliarlo son las medidas demagógicas subrayadas por Sánchez: eliminar las Golden Visa, regular los alquileres de temporada y aprobar la Ley de Vivienda.
Es decir, suprimir un visado de inversor que apenas representa entre el 0,3 y el 0,5% del total de operaciones de compraventa de viviendas; la persecución del alquiler turístico al que el propio Gobierno empuja a los propietarios que huyen de las leoninas cargas impuestas sobre el alquiler; y una norma que no se está aplicando porque muchas de las comunidades autónomas de las que depende su ejecución se niegan a secundar su nefasto planteamiento intervencionista.
Igualmente bochornoso resulta que el presidente se felicite por la aprobación de la Ley de paridad, mientras soslaya la negligencia del Ministerio de Igualdad con las pulseras antimaltrato.
El vídeo contiene además afirmaciones engañosas, como es la de que el Gobierno ha dedicado más de 8.000 millones de euros para la reconstrucción de las zonas afectadas por la dana.
Una cifra que incluye también avales y las indemnizaciones abonadas por el Consorcio de Compensación de Seguros, financiadas con las cuotas de los asegurados, mientras que las ayudas directas a cuenta del Gobierno central se reducen a unos 2.800 millones de euros.
Además de por el edulcorado relato de la realidad política y socioeconómica, el de Sánchez no puede considerarse un balance real debido a las clamorosas omisiones que contiene.
Empezando por la Ley de Amnistía, que está en el origen mismo de la investidura que conmemora.
Pero tampoco ha mencionado las investigaciones judiciales por corrupción a su entorno familiar y a sus dos exsecretarios de Organización.
Ni el insólito colapso que originó el apagón general, y que precisamente puso en evidencia el planteamiento dogmático del «compromiso climático» del Ejecutivo del que se precia.
Ni el desafío migratorio, al haber eludido indicar cuántos extranjeros han entrado estos dos años en España legal o ilegalmente.
Es evidente que Sánchez está hablando para fidelizar a sus caladeros electorales. Y de ahí que rehuya las materias más comprometedoras.
Pero lo lógico es que Sánchez hubiese mencionado estas cuestiones vertebrales, para defender la pertinencia de la amnistía, las iniciativas para combatir la corrupción en su partido o la reacción del sistema energético al apagón. Su silencio delata que sólo puede avergonzarse de su gestión en estas cuestiones.
De la misma forma que el presidente recurrió a las fórmulas como «no me consta» o «no lo recuerdo» en su reciente comparecencia en la comisión de investigación el Senado, a Sánchez tampoco le constan en su memorándum bianual sus constantes «cambios de opinión», sus «días de reflexión» ni nada de lo deplorable que ha ocurrido en estos dos años de ingobernabilidad y ausencia de Presupuestos Generales del Estado.
El presidente ha asegurado que no han dejado de trabajar «para mejorar la vida de la gente de a pie». Pero el rosario de desafueros que ha jalonado su última legislatura no permite extraer tal conclusión. Y no hay ningún vídeo propagandístico que pueda levantar dos años en los que Sánchez ha ido de escándalo en escándalo.