Para entender lo ocurrido el martes 29 de octubre en la Comunidad Valenciana hay que ver una película estadounidense de 2016, Sully.
Sully, dirigida por Clint Eastwood y protagonizada por Tom Hanks, es la historia real del piloto Chesley ‘Sully’ Sullenberg, que el 15 de enero de 2009 aterrizó el vuelo 1549 de US Airways en el río Hudson de Nueva York después de que una bandada de gansos chocara con los motores del aparato tres minutos después del despegue.
La hazaña de Sully le convirtió en un héroe en Estados Unidos, pero sólo hasta que la Junta Nacional de Seguridad del Transporte investigó el accidente y decidió que Sully podría haber aterrizado de forma segura en los aeropuertos de LaGuardia o de Teterboro dado que uno de sus dos motores continuaba funcionando al ralentí.
Las simulaciones, realizadas por pilotos profesionales, le dieron la razón a la Junta.
Pero entonces Sully pidió que dichas simulaciones, que habían sido realizadas por pilotos que conocían todos los datos del accidente a posteriori y que habían podido entrenar el escenario, se volvieran a ejecutar restando los segundos que él y su copiloto tardaron en ser conscientes de lo ocurrido y en realizar las comprobaciones de rigor.
Las simulaciones se volvieron a realizar, restando los 35 segundos que cualquier piloto profesional habría tardado en verificar el estado del avión, y acabaron en fracaso.
La película demuestra que a toro pasado todos lo habríamos hecho mejor que quien se enfrentó a esa situación en la vida real. En el simulador, todos somos ases de la aviación y optamos siempre por la mejor de las opciones posibles.
El linchamiento al que está siendo sometido Carlos Mazón por el Gobierno y sus medios de comunicación afines tiene mucho de simulación a posteriori. Sabiendo lo que sabemos hoy, cualquier político del PSOE, de Sumar o de Podemos lo habría hecho mejor que Mazón. Pero también lo habría hecho mejor el propio Mazón.
Silvia Intxaurrondo ha escrito en X: «Siento mucha angustia revisando nuestro programa de la mañana del 29 de octubre, el día de la Dana. A las 8 am ya eran públicos y notorios los avisos de NIVEL ROJO. Emitimos una docena de conexiones en menos de tres horas».
En realidad, todo lo que se dice en ese programa es «mucha precaución», que es lo mismo que se dice cuando las temperaturas suben de treinta grados en agosto. Decir «mucha precaución» o «beban mucha agua» es no decir nada. Pero eso le sirve a Silvia Intxaurrondo para insinuar que ella ya sabía a las 8:00 de la mañana del martes 29 que un tsunami de lodo iba a arrasar Paiporta y el resto de localidades de la zona.
Obviamente, es un bulo. Puro populismo mediático al servicio de los intereses del Gobierno de Pedro Sánchez. Los mismos intereses (generosamente pagados por cierto) que ahora propulsan manifestaciones contra el Gobierno de Carlos Mazón.
Repasen por favor la cronología de los hechos que describe hoy Alberto Prieto en El Español y traten de identificar el momento en el que ustedes habrían hecho algo diferente a lo que hizo Mazón.
A las 12:29, la Generalitat emitió una alerta por lluvias. Esa alerta ya no se desactivó en todo el día. Ni siquiera cuando los caudales del barranco del Poyo empezaron a bajar ni cuando la AEMET, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, informó de que la tormenta se desviaría a las 18:00 hacia el norte.
A las 18:00, por tanto, la información de la que disponía la Generalitat valenciana era la de que los caudales del barranco del Poyo estaban dentro de la normalidad y que la tormenta se alejaba de la zona.
Esa situación, la de lluvia intensa, pero en descenso, y caudales dentro de los márgenes de lo normal, se repite miles de veces cada año en toda España.
Pero, según el Gobierno, Carlos Mazón debería haber emitido en ese momento una alerta diseñada para eventos catastróficos. ¿La habrían activado ustedes? A posteriori, y sabiendo lo que ocurrió luego, la respuesta es sí.
Pero es una respuesta ventajista. La realidad es que no. Que nadie la habría activado. Porque en ese momento nada hacía pensar que pudiera ocurrir nada fuera de lo normal.
Todo cambia a las 18:43. Pero no en el sentido en que se ha explicado en la mayor parte de los medios. A esa hora, se recibe un email del Sistema Integrado de Información Hidrológica (SAIH) del barranco del Poyo, dependiente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, alertando de que el caudal es de 1.686 m3 por segundo.
Un email. «Para su conocimiento, la crecida está siendo muy rápida». Eso dice el email.
A esa hora, el tsunami de lodo ya estaba llegando a Paiporta e inundando calles y garajes. Pero nadie tenía esa información en el CECOPI (Centro de Coordinación Operativo Integrado), porque eso estaba sucediendo en tiempo real.
A las 19:33, la Confederación Hidrográfica del Júcar avisa de que la presa de Forata corre peligro de ruptura. Durante los minutos siguientes, y dado que las decisiones en ese foro se deben de tomar «por consenso», se debate sobre la situación y se analizan los datos.
A las 20:00, el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, que está en Colombia, llama para avisar de que la presa puede romperse.
A las 20:00 se decide emitir la alerta, y a las 20:11 esta llega a los móviles de los valencianos. La alerta se emite por la posibilidad de que la presa se rompa, no por el desborde del barranco del Poyo, de cuya gravedad no se tiene conocimiento en ese momento.
No compro la mayor. Es decir, la tesis de que Carlos Mazón hizo caso omiso, por razones que nadie explica, de unos avisos que se venden como claros y explícitos, pero que en ningún momento antes de las 20:00 transmitieron la gravedad de la situación.
¿Podría haber emitido la alerta Carlos Mazón a las 19:00 a partir de un email que decía «para su conocimiento, la crecida está siendo muy rápida»? Sí, claro. Y Sully podría haber reaccionado en décimas de segundos, virado el rumbo del avión y haber aterrizado en LaGuardia o en Teterboro. En el simulador, todos los finales son felices.
Esa hora que separa el email de Sistema Integrado de Información Hidrológica (SAIH) del barranco del Poyo y la emisión de la alarma equivalen a los 35 segundos que pidió Chesley ‘Sully’ Sullenberg. Los que cualquier persona necesita para analizar la situación, examinar los datos, evaluar su gravedad y tomar una decisión.
A toro pasado, todos somos Intxaurrondo. En la vida real, todos somos Mazón.