Juan Carlos Girauta-ABC

  • ¿Qué debemos entender, Ábalos? ¿Que Junqueras es algo así como un negro en la Sudáfrica del apartheid?

La perífrasis en la que Ábalos ha envuelto su último vertido verbal, una equiparación de Junqueras con Mandela, se acorta así: son dos casos de presos políticos. Hable claro, que las subordinadas le perjudican. Hay a quien le sientan bien, pero la vida es así, caprichosa; usted entréguese a la frase corta: sujeto, verbo y predicado. Punto. Sujeto, verbo y predicado. Punto. Y no se salga de ahí.

Porque ahora el trabajo es nuestro para discernir, ponernos una mascarilla triple y hasta un traje de biólogo de Wuhan, coger el microscopio y ver lo que se colige de su vertido perifrástico. Lo único claro es que es tóxico. Pero a ver cuánto, y por dónde se le puede entrar al

bicho. ¿Qué debemos entender, Ábalos? ¿Que Junqueras es algo así como un negro en la Sudáfrica del apartheid y que es muy injusto tenerlo tantos años enjaulado solo por el color de su catalanidad? ¿Por qué no? Oriéntenos, Ábalos. Usted lanza la ecuación y los demás tenemos que despejar las incógnitas.

A lo mejor es al revés y nos sugiere que Mandela era catalán, como Colón, Leonardo da Vinci y Santa Teresa de Jesús. ¿Qué pasa? De acuerdo con las teorías del vicepresidente de la Generalidad, Jordi Puigneró, los catalanes descubrieron América. La expedición salió del Puerto de Pals, en la Costa Brava, ni Palos ni leches. Y fíjate que repitiendo este chiste, que es que me parto el pecho, ha llegado a número dos de la cola de ratón, el tío.

No sé, enfoco el microscopio, aguzo la vista, pero el último abalorio sigue oscuro. Llamaremos abalorio al objeto vistoso de poco valor con que decora sus declaraciones el ministro de Transporte de Maletas y Movilidad de Vicepresidentas Sacamantecas.

Yo ya no creo en la capacidad de aprendizaje del pueblo. En su día creí, pero la experiencia me condujo a la deprimente conclusión de que el vulgo solo busca confirmar sus sesgos, sus prejuicios. Sí creo aún en la capacidad de reflexión del lector de diarios, que hace un siglo era cualquier persona alfabetizada y hoy es la élite, al no poder el grueso de la población leer más de tres frases seguidas sin agotamiento mental, nerviosismo, malestar y agitación. A esa élite (siempre, como Juan Ramón) conmino a protegerse de abalorios refrescando algún concepto:

En España no hay presos políticos. Hay políticos que en un momento dado delinquen y puede que paguen con pena de prisión. O lo que es lo mismo: hay criminales que ven en la política una vía para delinquir con mayor facilidad, es decir, con apoyo de una muchedumbre adoctrinada y con mayores obstáculos para los encargados de perseguir el crimen y para los responsables de aplicar la ley. Tu partido gobierna y controla la policía y las cárceles. O está coaligado con quien lo hace. O este depende de tus votos. Por no mencionar el aforamiento. Pero, ¿qué aforamiento y qué partido de gobierno tenía Mandela cuando estuvo preso? No avanzamos con usted, Ábalos.