Manuel Marín-Vozpópuli

  • Lamentando filtraciones, exigiendo y honorabilidad y cuestionando indefensiones, este PSOE es a la coherencia lo que Sánchez a la verdad. Un oxímoron

No es el cómo. Es decir, la filtración interesada de conversaciones privadas entre José Luis Ábalos y el presidente del Gobierno. Ni tampoco el qué. Es decir, la manera despreciativa, arrogante e insultante con que Pedro Sánchez se manejaba contra los pájaros de sus ministros. Que dicho sea de paso, tampoco pasa nada porque esos mismos ministros se autodefinieron como “perros” de su jefe con orgullo de pertenencia y sumisión. Y entre un perro, una pájara, una serpiente o una ardilla, que cada cual elija.

Es el por qué. ¿Por qué Ábalos asume ahora ser el consentidor de la publicación de unos mensajes a través de El Mundo? ¿Por qué ahora y no hace dos meses? O cinco. O dentro de tres semanas. Ábalos pudo hacerlo cuando Sánchez lo destituyó con aquel “tu sabrás por qué”, o cuando el PSOE le expedientó sin preguntarle y lo expulsó de su escaño socialista camino del pudridero del Grupo Mixto. Pudo hacerlo cuando el Tribunal Supremo lo imputó, o cuando pidió su suplicatorio, o en su primera declaración judicial. Y pudo colaborar con la justicia, desvelar lo que sabe, que es inimaginable, y descontarse algún tiempo de condena. De eventual condena.

Pudo haber asumido que, desde el mismo instante en que Sánchez, Koldo García, Santos Cerdán y él se subieron al famoso Peugeot para recorrer España en busca de bases resentidas contra ese PSOE que puso a su secretario general las cajas de cartón en la puerta de Ferraz, ya se estaba organizando una trama criminal. Pudo haber reconocido que todo fue un sistema ideado para enriquecerse ilícitamente con el poder, para organizar bacanales, ponerse finos de marisco y tomar el pelo al ciudadano con sus mensajes monjiles sobre la mujer y con su puritanismo hipócrita de la regeneración, la limpieza democrática, la transparencia y la dedicación al prójimo. Hoy ya sabemos que todo era populismo barato de progres bien y chonis de polígono. Pero Ábalos no lo hizo. Lo hace ahora, y a medias, arrojando la piedra y escondiendo la mano. No estaba solo en el estercolero, y no va a consentir que se piense eso. Ese es su mensaje.

El cómo, en efecto, es irrelevante. ¿Filtraciones? El argumentario improvisado, victimista y tartamudo del PSOE -ay esa risita floja de Margarita Robles explicando que no le importa que le llamen pájara con pijama militar- es una simple cortina de humo. Los periodistas son solo unos gilipollas que viven de dañar a la gente de bien. Seres sin escrúpulos capaces de coartar derechos sin remordimientos. Escoria de fango y bulos. Producía ternura escuchar a Bolaños ante Alsina: “Estamos hablando de la posible filtración de un documento que ni siquiera se conoce oficialmente, que puede ser cierto o falso. El mero hecho de que se discuta públicamente ya supone cuestionar la honorabilidad de una persona, sin garantías. ¡Qué indefensión más absoluta!”. Bolaños aludía a las revelaciones de Vozpópuli sobre un próximo informe de la UCO, incriminatorio contra Santos Cerdán, y es de suponer que esa indefensión que con tanta desesperación invoca ahora es la misma que vivió medio PP cuando el PSOE les insultaba por decir que desconocían la contabilidad B de Luis Bárcenas. Nadie del PSOE protestó cuando se filtró aquel “Luis sé fuerte”. “Indecente”, llamó Sánchez a Rajoy despreciando su honorabilidad, su presunción y sus garantías. Porque en España, ya se sabe, la indefensión solo es sufrida por la izquierda.

El PSOE exige respetar la honorabilidad de Santos Cerdán. Bien. Honorables son los condenados por los ERE homenajeados, pero en el ideario del PSOE nunca fueron honorables aquellos cargos del PP que ni siquiera fueron imputados nunca y tuvieron que dejar sus cargos

Honorables son los condenados por los ERE que ha homenajeado el PSOE entre aplausos, pero en el ideario socialista nunca fueron honorables aquellos que ni siquiera fueron imputados y tuvieron que dejar sus cargos porque era lo ético. Lamentando filtraciones, exigiendo honorabilidad, cuestionando indefensiones y exigiendo presunciones de inocencia, este PSOE es a la coherencia lo que Sánchez a la verdad. Un oxímoron.

Si el ‘cómo’ de los whatsapps publicados es intrascendente, el ‘qué’ es morboso, provocador, grotesco incluso. Nos sirve para a acreditar rasgos inquietantes de la psique de un presidente del Gobierno, sus maneras obsesivas, su perfil ridiculizante y la eterna lucha con sus odios y rencores. Ejerciendo de abogado de pleitos pobres, admito, admitamos todos, que nadie podría superar un test mínimamente objetivo de sus conversaciones privadas. Y Sánchez no iba a ser menos. Pero en eso, al menos por una vez, tiene razón Pilar Alegría. Son cotilleos intrascendentes sin relevancia penal. Pero es que en esta España de la perversión todo queda en la retina para siempre. Ya en el Gobierno socialista de Felipe González llamaban a Carlos Solchaga ‘el enano de Tafalla’, y ahí quedó el chisme.

Por eso, lo trascendente sí es el por qué. Y para esto conviene manejar como mínimo cinco hipótesis. Primera. Es una advertencia límite de Ábalos de que tiene material realmente comprometedor -judicial o político- y que si es condenado con pena de prisión, no ingresará solo en Soto del Real. Segunda. A la espera de los lentos tiempos de la justicia, pretende dinamitar el partido desde dentro, aprovechando para ello el mayor momento de debilidad de Sánchez. Tercera. Los indicios penales, el cierre definitivo del círculo, no son suficientes para tumbar a Sánchez. Y aunque lo fueran, se mantendría firme en el poder, sí o sí, por mucho que el Supremo llegase a imputarlo. Por tanto, la ‘solución Ábalos’ puede pasar por generar tal clima de desconfianza interna en La Moncloa y tal atmósfera de resquemores, que Sánchez se vea cada vez más solo, todo miradas de reojo y subordinados acojonados con el jefe más deseal con su gente que cualquier gobierno haya conocido. Ahí tiene amargados ya a Bolaños, a Montero o a Óscar López, que en su fuero interno saben bien cuándo el presidente los puentea y cuánto ha aumentado su frialdad con ellos.

Si Ábalos logra whatsapp a whatsapp que la militancia entienda que el tiempo de Sánchez ha pasado, habrá logrado su único mérito ante millones de españoles: el de ser quien fulminó a alguien que ni el Parlamento, ni la oposición, ni los jueces, ni Europa han podido doblar

Cuarta. Darse el gustazo. El factor humano. El sabor de la venganza con los desagradecidos que decidieron soltar lastre y tratarlo como a un leproso. Quinta. Hay una hipótesis que, de alambicada, resulta inverosímil: la filtración de mensajes es una confabulación organizada y consentida por todos, Sánchez incluido, para promover la nulidad del caso por indefensión y vulneración de derechos.

Más bien, conviene creer en una hipótesis extra: Ábalos se ha convertido en un tipo que no puede salir de casa, que ha destrozado su propia vida, y que se ha puesto el mundo por montera harto de que Sánchez se cachondee de él una y otra vez. Con Sánchez no acabarán sus socios. Ni probablemente Ábalos. Pero si Ábalos lograse gota a gota, whatsapp a whatsapp, que la militancia, los cuadros medios del PSOE y el votante decepcionado entiendan que el tiempo de Sánchez ha pasado, habrá logrado su único mérito ante millones de españoles: el de ser quien fulminó a alguien que ni el Parlamento, ni la oposición, ni los jueces, ni Europa, han podido doblar. Ábalos aún está a tiempo de que España le agradezca algo. O de que se le admire por algo. Nadie le va a poner un busto en una plaza, pero visto lo visto, no sería poca cosa.