Editorial-El Correo

  • La imputación, procesamiento y condena del exdirigente del PSOE es el cortafuegos que necesita el Gobierno para salir del atolladero

El exministro, exsecretario de Organización socialista y diputado en el Congreso José Luis Ábalos ha pasado a ser objeto de un suplicatorio por parte del magistrado Leopoldo Puente para que el Supremo asuma el procedimiento abierto por la Audiencia Nacional que afecta al aforado. El instructor, que le tomó declaración voluntaria el día 12, considera que, a pesar de las manifestaciones exculpatorias de Ábalos, éste podría haber cometido al menos cuatro delitos: integración en organización criminal, tráfico de influencias, cohecho y malversación. Es la conclusión a la que llega el alto tribunal a partir de los testimonios y documentos aportados a la causa por Koldo García y Víctor de Aldama, y los indicios recogidos por la investigación previa de la Audiencia. Aportaciones incriminatorias que no habrían sido invalidadas en la comparecencia del propio Ábalos.

Que los dos socios de Gobierno, PSOE y Sumar, hayan decidido votar a favor del suplicatorio en ningún caso presupone que consideren al exministro culpable de delito alguno, ni que suscriban de antemano una posible acusación contra él. Pero en el caso del partido de Pedro Sánchez se da una paradoja. Por una parte, parece lógico que desee ver a su exsecretario de Organización limpio cuanto antes de cualquier acusación, en tanto que acabaría salpicado por cuantas imputaciones contra quien fue su ‘número dos’ se formalicen en un proceso que se iniciará como poco dentro de tres meses. Pero, por la otra, necesita que se sustancien cuanto antes las pruebas que existan sobre los delitos cometidos presuntamente por José Luis Ábalos para su lucro propio. De cuyas sospechas se valió sin duda el partido para apartarle de militancia tres años después de haberle destituido como ministro y como dirigente, y meses más tarde de haberle concedido un acta de diputado.

El actual titular de Justicia, Félix Bolaños, defendió ayer el voto a favor del suplicatorio contra su innombrable excompañero de filas para «que se esclarezcan los hechos cuanto antes, y que también las personas que se están viendo falsamente acusadas puedan recuperar su honor y su buen nombre lo antes posible». No hace falta incurrir en la especulación para suponer que entre esas últimas no se encuentra Ábalos, según nada menos que el ministro de Justicia. Su imputación, procesamiento y condena es el cortafuegos que el PSOE y el Gobierno necesitan para salir del atolladero del ‘caso Ábalos, Koldo y Aldama’.