El periodismo trata siempre de reflejar lo esencial y lo específico de los fenómenos. Y para hacerlo se rige por la objetividad. Preferir separatista a terrorista no refleja lo específico (hay muchos separatistas vascos) ni tampoco lo esencial (los hechos de ETA importan más que sus opiniones). Podríamos llamar enfermo al violador; pero preferimos lo esencial y específico.
LA ESTUPIDEZ que amenaza al periodismo no es la que se agolpa cada día en foros y blogs. Sería como creer que la hora del patio amenaza el conocimiento. La estupidez preocupante es la de la BBC, y lo pongo en cursiva por si la BBC aún es algo más que un club. La cadena ha recibido críticas por no utilizar la palabra terrorista en sus informaciones sobre ETA. Y el llamado «blog de los editores» de la cadena pública se ha visto obligado a responder. Conviene echarle un vistazo (www.bbc.co.uk/blogs/mundo/blog_de_los_editores/2010/09/la_bbc_y_eta.html) para comprobar el calado de la amenaza.
La argumentación de un editor Fernández parte, y con mucho énfasis, del escrúpulo objetivo: «No nos interesa el periodismo de etiquetas, queremos contar lo que pasa y dejar que las calificaciones en todo caso las hagan otros (…) Nosotros, en el Servicio Mundial de la BBC, no utilizamos ese adjetivo.» Ciertamente, los adjetivos son libres. Sin embargo, el grave problema del editor Fernández es que terrorista, en el sentido que aquí se dilucida, no es adjetivo sino sustantivo. Es decir, no pertenece al ámbito adjetivo de los comentarios sino al objetivo de los hechos; ese ámbito al que con mundial prosopopeya el editor Fernández dice atenerse. Terrorista, contra lo que él cree, es una descripción meramente técnica, donde terror es al hombre lo que madera al carpintero. Terrorista no prejuzga moral alguna y debería quedarse tranquilo el editor Fernández: puede haber terroristas buenos. Sólo hace falta que pregunte a sus madres. O al venerable Mandela, cuya experiencia cita para justificar la imposibilidad de utilizar el vocablo. No hay imposibilidad alguna: Mandela, como Moshe Dayan, fue un terrorista.
Es evidente que detrás de los terrores de la BBC se halla el problema de distinguir entre el terrorismo y la guerra, y entre la violencia de los estados y la de los grupos. Pero el problema no se soluciona impartiendo vacuas lecciones de objetividad periodística ni confiando en la superstición de que con la desaparición de la palabra desaparece el problema. Una posibilidad interesante es que el editor Fernández discurriera acerca del eufemismo «daños colaterales». Y observara cómo, a diferencia de la guerra, en el terrorismo no tiene sentido hablar de ellos porque el terrorismo es todo él un daño colateral.
El periodismo trata siempre de reflejar lo esencial y lo específico de los fenómenos. Y para hacerlo se rige, ¡quién se lo diría a Fernández!, por la objetividad. Preferir separatista a terrorista no refleja lo específico (hay muchos separatistas vascos) ni tampoco lo esencial (los hechos de ETA importan más que sus opiniones: de ahí que la BBC sepa quién es ETA). Es verdad que podríamos llamar enfermo al violador; pero mire, Fernández: preferimos lo esencial y específico.
Arcadi Espada, EL MUNDO, 10/9/2010