Teodoro León Gross-ABC

  • Le tocaron su punto débil y no aguantó ese puñado de noticias sobre su mujer

El Factor Begoña. Tal vez el nexo corruptor para entender la trama Ábalos-Koldo sea Aldama, pero con seguridad el nexo corruptor para comprender el desvarío terminal del sanchismo es Begoña Gómez. Resulta paradójico pero tal vez ésta sea la única verdad dicha por Pedro Sánchez. Y no es un hito menor en alguien que ha mentido tanto, tan decididamente. Ya saben, él nunca gobernaría con Podemos porque le quitaría el sueño como a todos los españoles, nunca daría indultos, nunca pactaría con Bildu y lo repetiría veinte veces, nunca habría amnistía, nunca nombraría políticos en el Poder Judicial… Las mentiras del sanchismo, en fin, conforman un memorial asombroso. Pero una vez, sí, dijo la verdad, rotundamente, y fue en la carta que escribió al tomarse aquellos cinco días de la tocata y fuga de la presidencia: «Yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer». Aquí el tiempo ha acreditado que decía la verdad. Sin duda. A estas alturas, de hecho, es notorio que esto ha supuesto un factor clave en la degeneración de su presidencia.

El Factor Begoña determina el escandalazo mayúsculo de la Fiscalía General del Estado, que el Tribunal Supremo eleva hasta La Moncloa. Pocos días después de que Begoña Gómez empezara a ocupar titulares con Aldama e Hidalgo, reuniones secretas, patrocinio del Africa Center… en una espiral que empeoraba día a día en el mes de marzo de 2024, alguien dio con la tecla del novio de Ayuso para contrarrestar la marea negra que crecía bajo sus pies. Y todo apunta –ahí está la investigación de la UCO y el relato del juez– a que Presidencia y Fiscalía, tal vez también Hacienda, orquestaron aquella zapatiesta. Hasta entonces Sánchez había demostrado una gran capacidad de resistencia, incluso había publicado un ‘Manual’, pero ahí le tocaron su punto débil y no aguantó ese puñado de noticias comprometedoras sobre su mujer. Primero fue esa Operación de Estado para desviar el foco, después el ridículo internacional de los cinco días de paréntesis, posteriormente el ataque desesperado contra medios y jueces, arrastrando a sus ministros y a todo el partido al relato de la máquina del fango y la guerra sucia judicial… y así hasta registrar el pasado viernes una iniciativa legislativa con una disposición adicional retroactiva para acabar con la acusación popular y con las investigaciones activadas por noticias periodísticas que, de prosperar, enterrarían el caso. Otra aberración con el mismo nexo: el Factor Begoña.

A estas alturas Sánchez ya habría dejado caer al fiscal y a cualquier ministro, incluso a su hermano, como a tantos en su trayectoria, pero ha demostrado que hará lo que haga falta por protegerla a ella. No ha dudado en ir de aberración en aberración. Habrá quien vea en esto un amor casi mitológico, algo entre lo de Ulises de Ítaca y el descenso de Dante al infierno, pero sólo es su forma patológica de entender el poder. Por cierto, muy machirula.