JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 08/04/15
· Aquel tic-tac de Pablo Iglesias se ha quedado en tic autoritario y la frescura de Albert Rivera, en «ni si, ni no, sino todo lo contrario»
Estaba convencido de que la irrupción en la escena política de nuevos partidos se debía, sencillamente, al agotamiento de los viejos. Los muchos años en el poder, su aireada corrupción y una crisis económica más larga y profunda de lo previsto había creado una clima que acababa con la hegemonía que venían gozando desde que inauguramos la democracia, con la anuencia, todo hay que decirlo, del gran público.
Pero iniciado un año plurielectoral y ya en plena campaña, me doy cuenta de que estaba equivocado. De que la renovación que ofrecían los nuevos partidos era más una ilusión, un ansia nuestra –como lo fue la primavera árabe– que una realidad. El debate ideológico que nos prometíamos, la aparición de propuestas rompedoras, de soluciones imaginativas, no aparece por ninguna parte. Al revés, lo que aparece son los viejos personalismos, las rencillas de siempre, el desdecirse de lo que se había dicho. Aquel tic-tac de Pablo Iglesias se ha quedado en tic autoritario y la frescura de Albert Rivera, en «ni si, ni no, sino todo lo contrario».
Es cuando nos damos cuenta de que Podemos no es más que la izquierda de la izquierda y Ciudadanos, el centro-centro de la derecha. Es decir, la esencia de lo que son o fueron PSOE y PP. Podría incluso decirse que se nutren de ellos. Podemos comenzó devorando a IU y ahora intenta hacer lo mismo con el PSOE. Ciudadanos, partió de un pequeño partido regional que recogía los votos españolistas que el PP iba perdiendo en Cataluña, y ahora intenta hacerlo en toda España. De ahí el subidón que ambos han experimentado. Pero innovación ideológica, ninguna. Para mí, Podemos se acabó el día en que uno de sus dirigentes, no recuerdo cuál, son intercambiables como los poetas de la generación del 27, dijo que su modelo era ¡Finlandia! ¡Ellos, que tachaban a la socialdemocracia de haberse vendido al capitalismo! En cuanto a Ciudadanos, su único programa parece ser que está dispuesto a pactar con todos excepto con los que tienen un corrupto en sus filas. Por lo que me temo que no va a poder hacerlo con nadie.
Más que ante una batalla ideológica, sospecho que estamos ante un conflicto de generaciones. Los jóvenes de ambos bandos han visto cerrados el acceso al poder y piden paso. De hecho, los líderes de Podemos salieron del ala izquierda de IU cuando vieron que no se les hacía caso, y los de Ciudadanos se aprovecharon de la inanidad del PP en Cataluña. Sólo una cosa les separa: la actitud. Podemos apuesta al cabreo, al resentimiento, a la indignación. Ciudadanos, a la esperanza, a la ilusión, a la sonrisa. Será interesante ver cuál de ellos se impone en un país donde suele haber más cabreados que sonrientes. Si se imponen, pues de aquí a fin de año hay tiempo de sobra para conocerlos.
Pero de verdaderos cambios, me despediría.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 08/04/15