Xavier Vidal-Folch– El País
Así que el referéndum independentista “efectivo, con todas las garantías y vinculante” que prometió el Govern no se ha producido
Estamos abrumados bajo la lluvia del día plomizo y triste que nunca quisimos en el calendario.
Si uno fuera un analista neozelandés, destacaría fríamente que lo esencial del guion para el 1-O se ha cumplido en Cataluña.
Así que el referéndum independentista “efectivo, con todas las garantías y vinculante” que prometió el Govern no se ha producido: colapsó desde primera hora de la mañana, garantizando la pervivencia de la legalidad democrática.
Y al mismo tiempo, la movilización popular —en parte secesionista, en otra porción antigubernamental y en ocasiones, de ambos signos— fue categórica, intensa, masiva.
Hasta ahí parecería que todos consiguieron sus principales objetivos, y pues, podrían sentirse satisfechos tras una suerte de (relativa) victoria general, una apariencia de empate, quizá propicia a reconstruir puentes e iniciar una nueva dinámica.
El problema es que ese escenario se logró pagando un carísimo peaje de dolor. Dolor para ciudadanos concretos. Pesar para todos. Quizá el analista neozelandés destacaría que la mayoría de las intervenciones policiales fueron pulcras, sin daños colaterales.
Pero los efectos de otras, menores en número pero mayores en visibilidad, dejaron el rastro de imágenes que deja la desmesura. Y otorgaron el premio icónico a la dirigencia secesionista que las buscó con denuedo, a efectos sacrificiales, martirológicos, heroicos: para vender al mundo.
Tiempo habrá para calibrar con exactitud el alcance de las responsabilidades de ese dolor.
Pero ayer ya se vio que la principal atañe al Govern y sus aliados, por llamar a los catalanes a acudir a lo que sabían que era una encerrona, para capitalizar los desgarros de la gente de a pie en dividendos del infausto procés. Otra corresponde a la dirección política de los Mossos, cuyo benevolente absentismo inicial descargó sobre sus colegas la tarea asignada por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya: y multiplicó así su carga. Y la final es de aquellos responsables de los otros cuerpos que no aplicaron la prudencia imprescindible, con resultados brutales.
Tocará volver a la política: ya, para restañar heridas, físicas y emocionales; también para restaurar el Estatut; y al cabo, para abrir cauces de futuro. Pero de momento, estamos abrumados.