La maquinaria de un partido suele ser inexorable, incluso cuando está en la postración que padece el PSOE. Que el gran debate ideológico sea optar entre el «no es no» y abstenerse ante Rajoy da una idea de cómo está el tema. Ideológico fue el debate sobre el marxismo del 28º Congreso, que Felipe ganó dimitiendo, aunque poco. Un año antes, en abril del 78, el PCE celebraba su primer congreso en España y decidía cambiar el marxismo-leninismo por el marxismo-revolucionario. El cambio levantó ampollas, pero Carrillo se salió con la suya sin dimitir ni nada.
Aquello sí fueron debates ideológicos, pero lo de Sánchez era para no echar gota, por más que se vaya a resolver igual, a favor del aparato. Al final, la consigna por la abstención se va a imponer al grito de: «¡Persona de tendencia sexual alternativa el último!», dicho sea sin ánimo de señalar, naturalmente. No sabemos cuánto tardará Iceta en cantar la gallina, pero ya ha empezado a cambiar. Ahora dice que bastan una docena de abstenciones, lo cual es una evidencia matemática (incluso le sobra una), pero revela que su verdadero problema no es impedir que Rajoy siga en La Moncloa, después de poner a Dios por testigo: «¡Pedro, aguanta, por Dios, líbranos de Rajoy y del PP!». Ahora se conforma con salvar la honra.
Explicó ayer ese asturiano de braveza que preside la Gestora una obviedad, que «abstenerse no es apoyar», pero es una idea compleja para los socialistas de ahora. Antes las cosas no eran así. Recuerden lo de Sánchez sobre la complicidad que implica abstenerse para permitir el Gobierno de la derecha y la corrupción. Mi amigo Ángel Ruiz me ha recordado un dato: en 2010, Artur Mas afrontaba su primera investidura como presidente de la Generalidad. La superó con los 62 escaños de CiU ¡y la abstención de los 28 del PSC!
¿Era CiU un partido de derechas? La duda ofende. ¿Un partido decente, no una formación corrompida como el PP? No puede ser. El 24 de febrero de 2005, el presidente Maragall había acusado de corrupción al mismísimo Mas en el Parlamento: «Ustedes tienen un problema y ese problema se llama 3%».
Las 28 abstenciones del PSC en 2010 permitieron investirse a un Mas que acababa de ganar las elecciones a Montilla, un talento parejo. ¿Era una rendición ante un partido nacionalista, de derechas y corrupto? ¿Su abstención les inhabilitaba para ser oposición?
Llama la atención el pentimento de Luena e Idoia Mendia. Por no hablar de Adriana Lastra, que ha pasado en 20 días de: «Si al final, los poderes fácticos acaban con nosotros, en nuestra lápida pondrá ‘Muertos por votar no a la derecha’», a negar ahora que ella vaya a romper la disciplina de voto. Y así casi todos, a falta de que Pedro Pan Sánchez supere el jet lag a su vuelta de Disneylandia, que es donde ha vivido toda su vida, mientras Margarita Robles y Meritxell, mi Meritxell, se disputan la plaza de Campanilla, porque la de Wendy, roja por fuera y blanca por dentro, le corresponde en exclusiva a su santa, Begoña Gómez. En el mundo real, ¿quién es Pedro Sánchez?