VICTORIA PREGO, EL MUNDO – 12/02/15
· Pedro Sánchez está bailando un tango al borde del abismo y tiene muchas probabilidades de acabar cayendo del lado malo. Pero su situación de extrema fragilidad en el seno de su partido le está obligando a sobreactuar de esta manera: necesita exhibir una autoridad que en realidad no tiene, sencillamente porque su partido no se la reconoce.
Y ese es el quid de la cuestión. Podríamos hacer un largo recuento de los errores encadenados que han llevado al partido hasta aquí y lo han dejado en situación tan menesterosa y con tan escuálidas perspectivas electorales para cualquiera de las convocatorias previstas para este año. Uno de esos errores fue permitir que Tomás Gómez maniobrara a su antojo hasta lograr ser el único candidato en las primarias para elegir al cabeza de lista del partido para la Comunidad de Madrid. Gómez siempre fue una pésima opción para el PSOE y su presencia anunciaba una derrota amplia y segura en las elecciones de mayo.
El problema es que la equivocación ya estaba cometida y que enmendar el colosal error habría requerido una munición más sólida que los paupérrimos y muy vagos argumentos manejados ayer por el secretario de Organización.
Sánchez no ha demostrado autoridad sino atolondramiento y una cierta frivolidad autoritaria que en absoluto le convenía en estos momentos. Porque, aunque es verdad que lo de Tomás Gómez era un desastre y no debería nunca haber llegado hasta aquí, el secretario general se puede encontrar ahora con que los modos empleados mueven a la insurrección interna a parte de esos cuadros que ya estaban en actitud levantisca antes de este episodio.
Tomás Gómez no gustaba al electorado potencial del PSOE. Ángel Gabilondo sí, y sólo en ese sentido el cambio es un acierto. La elección del sustituto es lo único que puede acabar salvando a Sánchez de un desastre personal y partidario. Porque las perspectivas electorales de ese partido quedan mejoradas automáticamente con sólo poner en la cabeza de la lista de Madrid al ex ministro de Educación y eso puede evitar al final que los barones apuesten irremisiblemente por arrinconar a quien ellos eligieron hace unos meses para que sacara al PSOE de la postración.
Por otro lado, la tesis de que éste del secretario general es también un recado dirigido a Susana Díaz para que vaya tomando nota de quién manda aquí no tiene sentido. Primero, porque no están los socialistas en condiciones de amagar con amenazas a la única líder del partido que ocupa el poder. Segundo, porque Díaz lidera la federación más numerosa, y por lo tanto más poderosa, del PSOE y puede tumbar a Sánchez en cuanto se lo proponga. Y tercero, porque lo que necesitan todos ellos es apuntalar al partido en Andalucía, acosado como está por los monumentales casos de corrupción que pueden estrechar dramáticamente sus posibilidades electorales. Y porque si se hunde Díaz, Pedro Sánchez la seguirá inexorablemente en su travesía hacia el sumidero.
VICTORIA PREGO, EL MUNDO – 12/02/15