Iñaki Zaragüeta, LA RAZÓN, 12/4/12
A mí, como a todo ciudadano de bien, me parece un avance. Una muestra de país desarrollado el anuncio del ministro del Interior de incluir como «delito de integración en organización criminal» alterar el orden público y concertar concentraciones violentas por cualquier medio de comunicación como Internet y las redes sociales. La protesta es una consecuencia de la libertad y, como tal, debe ser respetada. Pero la libertad tiene el límite del respeto a los demás. Sepamos que, cuando todos tienen libertad para hacer lo que quieran, lo normal es que se imiten mutuamente. Alguien dijo «la violencia es el miedo a los ideales de los demás».
Defiendo la iniciativa de Jorge Fernández desde la convicción de que no trata de abarcar poder, así pondría en riesgo la libertad. Al contrario, el Gobierno ha percibido el perjuicio de las gráficas vandálicas de la huelga general. Los informativos internacionales abrieron las secciones sobre España, como hacemos nosotros con otros países, con los disturbios y el fuego callejero. Además de perjudicar nuestra imagen, tan necesitada hacia el exterior de confianza y seguridad, jurídica y ciudadana, distorsiona la realidad, No es lo que sucedió. La verdad es que los sindicatos fracasaron.
A lo que iba. El ministro acierta al comparar esta delincuencia con la «kale borroka», al parecer con la tentación de una dinámica ascendente al encontrarse ETA y su entorno con un Gobierno fuerte, el de un Estado de Derecho, y con el que no encontrará vericuetos para eludir la Ley. «No hay camino para la paz, la paz es el camino»· (Gandhi). La solución: abandono de las armas, disolución y a disposición de la Justicia. Después, nos preocupa menos. Así es la vida.
Iñaki Zaragüeta, LA RAZÓN, 12/4/12