El mantenimiento de la actual política antiterrorista es una garantía de éxito en el combate contra ETA y el Gobierno está dejando claro que tiene voluntad de persistir en el camino emprendido. El último signo de esa voluntad es la reforma legal que va a hacer más difícil la presencia electoral de candidatos afines a ETA.
La ocultación de Iñaki de Juana Chaos en Irlanda del Norte y la puesta en libertad del ex secretario general de LAB Rafa Díez Usabiaga y del ex dirigente etarra Iñaki de Rentería han agitado en los últimos días las aguas de la lucha antiterrorista. Son tres episodios distintos que obedecen a causas diferentes, pero que al coincidir en el tiempo han hecho que algunos desconfíen y vean la existencia de una mano oculta. La ocultación de Iñaki de Juana Chaos en Irlanda del Norte y la puesta en libertad del ex secretario general de LAB Rafa Díez Usabiaga y del ex dirigente etarra Iñaki de Rentería han agitado en los últimos días las aguas de la lucha antiterrorista. Son tres episodios distintos que obedecen a causas diferentes, pero que al coincidir en el tiempo han hecho que algunos desconfíen y vean la existencia de una mano oculta.
A pesar de esos recelos ocasionales, la política antiterrorista que se está aplicando está resultando muy positiva para contener a ETA. La banda lleva 269 días sin atentar en España, aunque no se puede olvidar el reciente asesinato de un policía francés. Son apenas trece días menos que el tiempo que duró la tregua del 2006, con la diferencia de que en esos 269 días no ha habido alto el fuego etarra. ETA se encuentra eficazmente acosada en España y Francia y ha sufrido en los últimos meses un desgaste notable en sus cuadros de dirección y en sus bases. Sus esfuerzos por recuperar capacidad operativa – incluyendo el osado traslado de capacidades logísticas a Portugal-han acumulado un fracaso tras otro.
La banda terrorista tiene un problema con su aparato militar, pero lo tiene más grave con su aparato político, que es incapaz de resolver las diferencias abiertas con Batasuna, diferencias provocadas -no se olvide- por la ilegalización de este partido. La persecución del entorno político etarra ha acabado abriendo un conflicto de intereses entre ETA y Batasuna del que la banda no sabe cómo salir.
La intervención de agentes internacionales en el tema vasco ha sido siempre motivo de incomodidad para los gobiernos españoles, pero ahora, por vez primera, es un problema para ETA, a la que están pidiendo una tregua que la banda no está dispuesta a declarar.
El mantenimiento de la actual política antiterrorista es una garantía de éxito en el combate contra ETA y el Gobierno está dejando claro que tiene voluntad de persistir en el camino emprendido. El último signo de esa voluntad es la reforma legal que va a hacer más difícil la presencia de candidatos afines a ETA.
En ese panorama, la única sombra es la tentación que algunos, desde fuera del Gobierno, pueden tener de volver a establecer canales de diálogo con Batasuna pensando que, en una situación apurada, la izquierda abertzale puede estar dispuesta a dar pasos hacia la paz que antes no ha dado. La experiencia ha demostrado que Batasuna sólo ha dado pasos bajo la presión legal y no cuando se les ha tendido la mano.
Tratar de repetir movimientos del pasado resultaría contraproducente porque reabriría las expectativas de un mundo que está hoy a la defensiva y, además, entraría en conflicto con los esfuerzos del Gobierno para acelerar el final de ETA.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 5/5/2010