Tampoco hay que esperar de Zapatero que se fustigue reconociendo que se equivocó. Con tal de que corrija la política antiterrorista y ponga los medios para recuperar el consenso democrático, debería ser suficiente para el PP. ¿Tropezaremos con la misma piedra si no tenemos claro que un gobierno sólo debería volver a hablar con ETA cuando esté debilitada?
No deberíamos estar hablando de estas cuestiones días después de que ETA haya anunciado que vuelve a la carga. Pero es el propio presidente de Gobierno quien, después de su entrevista televisiva, nos ha situado en el carril de la búsqueda de culpables. Lo dijimos muchos desde el minuto uno: no es tiempo de reproches. Pero Zapatero no lo está poniendo fácil. Ha tenido que ser al final del proceso (¿es, realmente el final?) cuando el presidente se ha dado cuenta de que los terroristas querían negociar sobre bases políticas. ¿Bienvenido al club! ¿Cuántas veces se lo han dicho, ya no sólo la oposición del PP sino tantas voces críticas y escarmentadas de procesos anteriores?
Pero si la conclusión a la que llega, después de este tiempo oscuro de pulsos engañosos, es que la culpa es de ETA por sus exigencias políticas y del PP por su falta de apoyo, eso querrá decir que el presidente no ha aprendido nada. Por lo tanto, puede volver a incurrir en el mismo error en cualquier momento. Porque si es cierto que «es la primera vez que, ante la ruptura de un alto el fuego, la oposición sale criticando más al Gobierno», como dice, también es cierto que es la primera vez que un Gobierno inicia un proceso de negociación con ETA sin el acuerdo previo con el principal partido de la oposición.
Suelen decir los sicoanalistas que si un adulto tiende a echar la culpa de sus errores a los demás, señal de que no ha crecido, que no ha llegado a la necesaria madurez. Algo de eso le ocurre al presidente Zapatero incapaz de reconocer sus fallos en la negociación con ETA. Tendrá que admitir que si esta negociación ha vuelto a ser un fiasco, la culpa es, desde luego, de ETA pero la mayor responsabilidad, guste o no, recae, irremediablemente sobre el Gobierno, que es quien ha desempeñado el papel protagonista en esta historia.
Otro capítulo negro en el que la banda terrorista ha logrado distraer al Ejecutivo mientras se ha rearmado, ha extorsionado y ha podido colocar de rondón a la mitad de sus aliados, a través de ANV, en las instituciones locales de las que fueron apartados hace cuatro años. Demasiado parecido todo a la tregua de 1998 aunque, esta vez, han conseguido arrastrar a los propios socialistas.
Tampoco hay que esperar de Zapatero que se fustigue públicamente reconociendo que él se equivocó. Con tal de que corrija la política antiterrorista y sea capaz de poner los medios (además de la palabra) para recuperar el consenso democrático, debería ser suficiente para el PP. No está el clima propicio para la reunión del lunes entre los dos principales líderes, desde luego. Pero están obligados a entenderse. Con premisas tan claras como la de la derrota de ETA.
La encuesta de urgencia del Gobierno vasco arroja un alto porcentaje de ciudadanos favorables a volver a intentar dialogar con la banda. ¿Tropezaremos con la misma piedra si no tenemos claro que el Ejecutivo de turno sólo debería volver a hablar con ETA cuando esté debilitada?
Tonia Etxarri, EL CORREO, 9/6/2007