ARCADI ESPADA – EL MUNDO – 21/07/16
· C’S se queja del apoyo de los nacionalistas catalanes a la presidenta del Congreso. Yo también. Es una injuria al Estado que los que trabajan abiertamente por su destrucción participen en la toma de decisiones institucionales.
La conducta nacionalista no supone novedad. Les importa un pimiento que sea Pastor o López. Su interés por uno u otro, por la presidencia del Congreso, y por el propio Congreso es nulo. Han venido a este mundo a cobrar y alargan la mano en cuanto ven la oportunidad. Hasta que no rectifiquen su compromiso con la ilegalidad los nacionalistas deben ser políticamente aislados.
C’s tiene razón; aunque tendría mucha más si hubiese ofrecido al Pp un pacto como el que ofreció al Psoe, que incluyera, además, su entrada en el gobierno. La gran novedad de la política española es que hay ya una bisagra parlamentaria que no es nacionalista. Habría sido interesante lubricarla desde el primer momento.
Entre otras razones porque así el Psoe se habría enfrentado radicalmente a sus contradicciones. Parte de los votos que ha recibido Pastor son indeseables. ¿Pero qué pasa con los que recibió López? ¿Acaso no dijo la alcaldesa Colau, con la que el Psc gobierna en Barcelona, que sólo cumplirá las leyes que le parezcan justas? ¿Alguien se tomaría el trabajo ímprobo, contaminante, de distinguir entre la ruralidad de Francesc Homs o la de Diego Cañamero? La responsabilidad del pacto con los nacionalistas es la del presidente Rajoy, que sigue sin entender lo que pasa en Cataluña y hasta qué punto el viejo pactismo quedó destruido el 9 de noviembre. Sin embargo, pedro sánchez castejón es el cooperador necesario.
Dados los resultados electorales, el presidente debió ser pactado entre Pp y Psoe, como entre Pp y Psoe debería pactarse, al nivel que fuese, la investidura y la formación de un nuevo gobierno. Aunque no lo parezca, la elección de Pastor es un episodio más del grave bloqueo político español. Un bloqueo cuya única causa profunda es el camino de sedición emprendido por el gobierno de la Generalidad.
El nacionalismo catalán no volverá a la senda de la ley si no es por un acto de fuerza sostenido en el tiempo. Y no será la fuerza de los legendarios tanques, Diagonal arriba, sino la de los anodinos y cruciales votos, proporcional y racionalmente empleada por los partidos constitucionales.