EL MUNDO – 08/04/16
· El independentismo reafirmó ayer en el Parlament su voluntad de avanzar hacia la «desconexión» de España, aunque con un acuerdo de mínimos para evitar la imagen de división y no dar argumentos a quienes sostienen que el proceso soberanista se ha ralentizado.
Junts pel Sí (JxSí) y la CUP sumaron sus votos –71 frente a los 52 de la oposición– para «ratificar» la resolución del 9 de noviembre de ruptura con el Estado y que fue anulada por el Tribunal Constitucional (TC). Lo que debía ser un desafío evidente al tribunal se vio sin embargo descafeinado después de que la CUP accediera, tras semanas de tira y afloja con JxSí, a retirar de su moción la referencia explícita a desacatar al TC. En caso contrario, JxSí estaba dispuesta a evitar que la votación llegara ni tan siquiera a celebrarse. Superado ese escollo, el texto aprobado ayer supuso una bombona de oxígeno para el procés.
La CUP sí intentó, en todo caso, marcar perfil y mantuvo en su propuesta los dos aspectos más radicales pese a saber que serían rechazados. En uno de los puntos la izquierda independentista apelaba a los cargos electos a «desatender las peticiones de las instituciones no democráticas del Estado español». En otro exigían que los Mossos d’Esquadra no ejecutasen órdenes de la Audiencia Nacional. Ambos epígrafes fueron rechazados por JxSí, la coalición que forman CDC y ERC.
La votación de ayer llegó precedida de una nueva jornada de duros reproches de la oposición contra los planes independentistas. Los grupos de Ciudadanos, PSC y PP intentaron sin éxito evitar que la moción llegara a votarse. Una vez cerrada esa vía, se entregaron a criticar desde el Hemiciclo lo que todos los portavoces coincidieron en tachar de desafío a la legalidad española.
El portavoz de C’s, Carlos Carrizosa, acusó a los independentistas de llevar al Parlament al «ridículo» y lamentó que JxSí se haya «arrodillado» ante la CUP. Los socialistas catalanes acusaron al soberanismo de «irresponsable» y lamentaron que la Cámara –cuya Mesa rechazó sus intentos de frenar la votación– «esté al servicio» del secesionismo. El líder del PP catalán, Xavier García Albiol combinó las críticas –«es una provocación al sentido común y la inteligencia», dijo– con el menosprecio directo hacia la moción: «Tiene el valor de un billete de diez del Monopoly». Joan Coscubiela, portavoz de Catalunya Sí que es Pot –marca de Podemos en Cataluña– apuntaló la tesis de que la propuesta de ayer sirve para oxigenar temporalmente el proceso soberanista. «Es una operación de supervivencia mutua» entre JxSí y la CUP dijo antes de lamentar que se «degrade» el Parlament por el interés de dos grupos políticos.
La escenificación de ayer no es en cualquier caso el único gesto que esta semana han realizado los partidos independentistas. La pelea por marcar el ritmo del proceso soberanista ha llevado a la CUP a poner sobre la mesa un eventual ultimátum a JxSí si la coalición no acelera la ruptura con España. La formación radical propondrá durante su asamblea nacional del próximo 22 de mayo romper el pacto de estabilidad que sostiene a Carles Puigdemont en la Presidencia de la Generalitat si JxSí no da «un paso claro» y «palpable» hacia la secesión. El documento de trabajo conocido esta semana establece como fecha límite para ese gesto «hacia la ruptura» el 10 de enero, cuando se cumple un año exacto desde la toma de posesión de Puigdemont.
La política de gestos del bando soberanista para diluir las sospechas de fragmentación también sumó ayer otro episodio, en este caso protagonizado por Puigdemont y el vicepresidente del Govern, Oriol Junqueras.
El líder de ERC y Puigdemont trataron de reconstruir la imagen de unidad del Govern, dos días después de que trascendiera la reunión que, a espaldas del president, celebraron en marzo Junqueras y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Fue minutos después de que se conociera el contenido de la carta en la que el Ministerio de Hacienda exige nuevos recortes presupuestarios a la Generalitat para cumplir con el techo de déficit. Junqueras y Puigdemont se reunieron brevemente en el despacho del president en el Parlament para, previsiblemente, acordar una respuesta conjunta. El líder de los republicanos compareció poco después y, cuestionado por su encuentro con Sánchez, se limitó a decir que «es bueno que existan estos puentes».
EL MUNDO – 08/04/16